sábado, 31 de mayo de 2008

Vórtice

A pesar del principio de incertidumbre de Heisenberg y del gato de Schrödinger. A pesar de todo lo que hayan leído sobre los pliegues en el espacio de tiempo. A pesar de todo, los vórtices existen. Son pequeños puntos en los que, si uno se fija, entre las telarañas de la existencia, se conjuran multitud de cosas, tiempos y lugares. Todo confluye allí. En el caso de Alicante, su vórtice está en el ascensor que lleva al Castillo de Santa Bárbara. Nada explica y define mejor a esta ciudad que ese ascensor siempre roto. De sus posibilidades y sus fracasos.

En la mayor parte de las ciudades que consideran que el turismo es algo importante, el hecho de que su principal atractivo estuviera sin accesos sería motivo de inquietud municipal e indignación ciudadana. Aquí, ni lo uno ni lo otro. El castillo es uno de los enclaves que se deberían vender con ardor en los folletos de la ciudad. Y como suele pasar con las mejores cosas que ofrecer en la provincia, está dejado de la mano de Dios (otro día hablaremos de Tabarca). Mientras se dilapidan con alegría los meses y los millones de euros en proyectos que no existen como el Palacio de Congresos, ahí sigue un miserable ascensor roto desde hace más de un año. Con él yacen el orgullo de una ciudad por su patrimonio, las posibilidades de regeneración, la conciencia colectiva y el buen gobierno. Todo en un ascensor.

Es habitual ver a los turistas en la zona preguntando cómo acceder al castillo. Esos turistas tienen la suerte de que tienen ante sí un vórtice que les explica la desgana y la desidia que presiden esta ciudad. Al menos así, el paseo les ha valido de algo. Creo que incluso hay algún colectivo que plantea darle a estas obras una bandera azul. A fin de cuentas, ese ascensor tiene más de playa modélica que La Albufereta.

martes, 20 de mayo de 2008

¿Hay alguien ahí?

El otro día escuché a alguien quejarse de que hoy en día todo el mundo escribe y nadie lee. Ya no es que releamos poco, que también, es que estamos todos -yo incluido- tan embebidos de nosotros mismos que cada vez se presta menos atención al prójimo. La siempre aguda bloguera Rocío Mendoza define este nuevo universo como la blogocosa. Y yo me pregunto: ¿Hay alguien ahí fuera en la blogocosa? Y voy más allá: ¿Hay alguien ahí fuera, dónde sea? Somos tantos los que hemos inundado la red de nuestros desvelos, que la navegación se torna dificultosa. ¿Pero nos leemos unos otros? ¿Sacamos realmente partido de este invento del demonio? Las más de las veces, nos vale con ver nuestro nombre o mote en negrita.

Actualmente no hay tiempo para leer la prensa por las mañanas (más allá de titulares y entradillas), dada la ingente oferta que se genera ¡sólo en la provincia de Alicante! Se publican cientos de libros todos los meses y se reeditan otros tantos. Mientras, en la red, como de un enorme monstruo se tratara, crecen y crecen los blogs que parecen interesantes, las páginas curiosas, las anotaciones mentales de: debo mirar bien esto, que se van a la papelera mental. Sin remisión. Muchos de los compañeros de la blogocosa se quejan de que nadie les comenta sus escritos. ¡Cómo lo vamos a hacer si estamos todos escribiendo nuestra bitácora, arrancándole horas al sueño!

Actualmente se quiere dar la sensación de que todo el mundo puede ser periodista, y no es así. El periodismo ciudadano es un hermoso complemento. Pero no va más allá, por más que los gurús de este y otro confín se empeñen.

También que se quiere dar la sensación de que todo el mundo puede ser narrador o poeta. Y tampoco (¡ay!) es así. Así que trataré de ser más selectivo a la hora de cebar a esta bestia de la red y trataré de recuperar lo que dijo el sabio:

"He dedicado una parte de mi vida a las letras, y creo que una forma de felicidad menor es la creación poética, o lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído. Emerson coincide con Montaigne en el hecho de que debemos leer únicamente lo que nos agrada, que un libro tiene que ser una forma de felicidad. Les debemos tanto a las letras. Yo he tratado más de releer que de leer, creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído. Yo tengo ese culto del libro". (Jorge Luis Borges)

Al menos, lo intentaré.

Por fin una explicación certera a la crisis

La encontré en Intereconomía y es, como no podía ser de otra manera, humor inglés.

domingo, 18 de mayo de 2008

La importancia de un final

No se cumplieron las expectativas. Un buen comienzo promete. Pero si el desarrollo se vuelve confuso, se insertan un sinfín de personajes y el aire de pretendido folletín empieza a perder esa cualidad de pretendido, se pierden los destellos de brillantez. Es muy habitual que en las creaciones de ciencia ficción y fantasía, las promesas del planteamiento se pierdan en incoherencias. En El juego del ángel algo de eso hay, a mi humilde entender. No ha logrado mantenerme en vilo y sin aliento como sí hizo La sombra del viento. Puede que sea yo quien ha cambiado.

Creo que tan es importante es saber empezar como acabar un texto. También los periodísticos, al contrario de lo que dictan el 100% de los manuales del ramo, muchos más sabios que yo. Pero no puedo dejar de pensar que en estos tiempos en los que hemos aniquilado la pirámide invertida, un sistema que sólo tenía sentido con la tecnología de antaño, muchos caemos al redactar en esas incoherencias. En buenos principios, sólidos, ensamblados, y en un posterior dejarnos llevar.

Aunque se me tilde de demasiado afectado, aplaudiré a los redactores que premien a ese avezado lector que no se queda en los titulares, a esa rara avis que llega a la última línea de un texto, con un regalo. Un giro, una conclusión, un nosequé. Un, como diría Cyrano, "y al finalizar, os hiero".

¿Puede el mal de amores ser motivo de baja laboral?

Sí, lo cuenta la frikieconomía:


http://www.eleconomista.es/blogs/frikieconomia/?p=119

sábado, 17 de mayo de 2008

Vuelta de tuerca


Otro consejo, para aquellos que estén interesados en una forma diferente de pensar en las marcas.


En Polonia 'matan' a la prensa escrita


Agujeritos negros

El poeta Salvador Espriu dijo: "la verdad es como una estrella que estalla y de la que cada uno tenemos una parte". Pues bien, es cierto, como lo es que hay agujeros negros que no dejan salir la luz y sus verdades. Hay agujeros muy grandes, que todo lo engullen a su alrededor y alimentan la conspiranoia. También agujeros pequeños, ridículos, en los que se atenaza una pequeña verdad miserable y local.

El pasado jueves organizó una jornada el nuevo invento de la patronal, el Instituto de Estudios Ineca. Eso que, aunque nadie lo diga y lo rechacen con vehemencia, huele a lobby, actúa como lobby y es un lobby. A pesar de que desde la estructura de Coepa se remitió a los medios las intervenciones de las jornadas, una amable azafata fue invitando a los redactores a que abandonaran la sala y esperarán a la conclusión. Poco antes, el ex presidente de Coepa Joaquín Rocamora regaló una perla a la audiencia: la culpa de la crisis la tienen los medios. Ahí es nada. Ni las subprime, ni la vivienda, ni los excesos salvajes de la construcción alimentados desde la banca. La culpa es mía. Patina el otrora prudente capitán del empresariado.

Pero lo de verdad indignante no fue el plantón o la expulsión. Los periodistas de provincias tienen (tenemos) que hacer de tripas de corazón en demasiadas ocasiones para sorprenderse (nos). La auténtica calamidad la provocaron cuando dieron a los presentes los argumentos de la expulsión: el director de la CAM, Roberto López Abad, uno de los ponentes, había puesto como condición para sus asistencia la ausencia de medios, "para hablar de otro modo". O lo que es lo mismo, las convocatorias oficiales no sirven para nada más que para decir tonterías. Las cosas reales se departen de puertas para adentro.

No me engaño. Sé que este aserto es válido casi siempre en todas las secciones. Pero me indigna la facilidad con la que quieren hacernos comulgar con ruedas de molino. La desfachatez se convierte en norma y hay que reír la gracia. Ahora bien, que no se quejen los potentados de patronales y cajas de las provincias cuando las filtraciones copen la sección de Economía. A fin de cuentas, el desdén con el que ellos mismos tratan a los cauces oficiales obliga a la información a esconderse detrás de las "fuentes de toda solvencia". Abusamos de ellas, es cierto, pero no tenemos alternativa.

¿Qué terrible secreto podría compartir el señor López Abad y los prohombres de Ineca con los principales empresarios de la provincia en una ponencia? ¿Quizá Bin Laden se aloja en la calle Óscar Esplá? ¿Ritos satánicos en consejos de administración y doctos comités? ¿Un retorno de la triada vicepresidencial? ¿Los EREs que están por venir? No creo, pero ya dudo de todo.

Supongo que simplemente contarían lo complejo que es el momento. Reconocerían que la caja está apretando el cinturón a todo el que puede, que la situación es muy dura. Incluso hablarían de los brotes de pánico financiero que ya se han producido en Ibi, Villena, Elda y Elche, al más puro estilo Qué bello es vivir. Pero sin la moral de Frank Capra, claro. Como mucho, llorarían en algún hombro para contar cómo le maltrata el interbancario y cómo se aprovechan algunos bancos.

O lo que es lo mismo, asuntos que han sido publicados y que podría tratar sin problemas con la prensa local. Los canales de comunicación están abiertos y la caja de ahorros no necesita irse a Madrid o Valencia para poder despachar con soltura. La mayoría nos conformamos con poco, no necesitamos las prebendas y cuidados de otros.

Si a los prohombres de Ineca o de las cajas los periodistas de Alicante les parecen de pueblo, quizá sea porque interactúan con una caja y unos patronos no precisamente capitalinos. Por mucho que monten en barco hasta al mismísmo Rey.

lunes, 12 de mayo de 2008

Suena mal

Cuando se hace de la reclamación de trasvases algo "sagrado" (Camps dixit), no se puede ser tibio. Los libros sagrados nunca se redactaron con medias tintas. Cuando se erige un discurso místico en torno al Ebro, es fácil que surja el anatema. Cuando hay un "sentimiento" del agua (Valcárcel), no tardarán en llegar los cismas.

Entonces, cuando se apele a la razón, no habrá nada que hacer. Estamos en el terreno de los sagrado, de la mística y del sentimiento. Incluso estamos en un terreno que trasciende a la épica. A fin de cuentas, la Plataforma de Alcaldes que presentó con vehemencia y donaire Mónica Lorente en Orihuela se compara con gesta de los 300 en la batalla de las Termópilas. La verdad es que en la Lonja de Orihuela no vi ningún Leónidas, por más que se empeñen desde los departamentos de prensa de Generalitat. Pero puede que en esta historia sí que haya un Efialtes, y no se trata del alcalde de Benferri, que bastante tiene en su propio partido.

Muchos ven, tanto en el PP como en PSOE, en Andrés Martínez a ese hijo de Euridemo de Malis, que traicionó al rey espartano Leónidas en 480 adC, y ayudó a Jerjes I a encontrar otra ruta alternativa al paso de Termópilas. El proyecto de los regantes de Villena para que Danone instale la mayor planta embotelladora de agua mineral en este municipio ha explotado en la actualidad alicantina. Y parece haber abierto una brecha en las apretadas filas locales en la trinchera del agua.

Me consta que no hay nadie más sorprendido por este enésimo giro de la guerra del agua que el propio Martínez. Él se sabe comprometido con la causa. Pero pocos son los que sobreviven mucho tiempo en la primera línea de esta guerra, que va devorando a sus propios héroes.

El problema es que nadie se ha parado a analizar si el proyecto es bueno o malo. Las posiciones se toman por lo que tienen de apariencia, a un lado y a otro. Y es que la idea suena mal. Suena raro. ¿Se embotella el agua de los manantiales más castigados de España? ¿Esos para los que se construye un trasvase? ¿Para unos regantes que incluso se enfrentan al Gobierno por que no les gusta el trazado? Suena fatal.

Ahora bien, ¿es para tanto? Personalmente creo que no y lamento que se vaya a asesinar el proyecto sin darle la oportunidad de fructificar y darle algo de vida a una localidad que ha quedado encuadrada en medio de ninguna parte.

¿Están sobreexplotados los pozos de Villena? Algunos, no todos.
¿Se va a perder agua? No. Danone compra terrenos para tener derecho a un hectómetro al año y utilizará 0,3. El resto se recupera y se destinarán 200.000 euros a mejorar los regadíos de la zona.
¿Se construirá en terrenos del propio Martínez? Espero que no, sería de una torpeza supina.
¿Falta agua en Villena? No, falta en buena parte de la provincia que bebe de su acuífero.
¿Suena mal? Fatal, horrible, sobre todo después de tantos años de guerra del agua.

Así que Martínez se ve sorprendido al ser acusado de hereje en esa religión del agua que se ha creado en el Levante español y que él mismo ha jaleado. Religión que nació de un agravio real y doloroso, pero que se asienta también en un dogma de fe y algunos mitos ridículos.

Hay cuestiones que encajan mal con la religión, como que el hombre desciende del mono o que habitamos en un apartado rincón de lo poco que conocemos del Universo que, además, nos trata con la mayor de las displicencias. Cuestiones como que el agua no es sólo motivo de enfrentamiento, que el agua embotellada consume muy poco en comparación con la agricultura, y que se trata de una industria con buenas ratios de crecimiento. Y en tiempos de crisis de todo lo demás.

Suena mal, como sonaba el buque tienda, el trasvase del Ebro, la planta de plasma de Monóvar, su pantano, los depósitos de biodiésel, y tantos proyectos que fallecieron y yacen en las papeleras de la memoria colectiva de la provincia. Suena mal, pero ¿no podemos ir un poco más allá y determinar si merece la pena? Por una vez, superar el rédito electoral a corto plazo.

lunes, 5 de mayo de 2008

La importancia de un comienzo

Hay comienzos que quitan el aliento. “Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto”.

Los hay que te contextualizan la existencia. "Tras cada hombre viviente te encuentras treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo".

Los hay más modestos, como aquel "Paquita tenía un plan" que encabezaba la crónica de la infanticida de Santomera. En cualquier caso, un arranque es fundamental para una novela, artículo, reportaje o incluso prospecto de pasta de dientes. Yo he sido redactor con malos vicios de comienzo. Tengo muchos de una palabra, tipo "Llovía. (punto)". También de refranes y citas de película o novela. Ejemplos todos de pobreza de recursos.

Hoy, sin embargo, me he topado con un comienzo que me ha dejado de una pieza.

"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre la cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela, su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él".

¿Lo reconocen? Es El juego del ángel de Carlos Ruiz Zafón. Ya disfrute de La sombra del viento e, independientemente de lo comercial que se le considere, me hallo entusiasmado ante las páginas pendientes. Todo lo que un buen arranque me promete. Les dejo un par de perlas del primer capítulo relacionadas con el mundo del Periodismo.

"Don Basilio [subdirector de un periódico] era un hombre de aspecto feroz y bigotes frondosos que no se andaba con ñoñerías y que suscribía la teoría de que un uso liberal de adverbios y la adjetivación excesiva eran cosa de pervertidos y gentes con deficiencias vitales".
"-Va usted bien, Martín. Tiene las prioridades claras. Los que sobreviven en este oficio son los que tienen prioridades y no principios".
"- Cuento con cinco folios a doble espacio antes de seis horas, don Edgar Allan Poe. Tráigame una historia, no un discurso. Si quiero sermones, iré a la misa del gallo. Tráigame una historia que no haya leído antes y, si ya la he leído, tráigamela tan bien escrita y contada que no me dé cuenta".

Pues aquí me tienen, impaciente ante una lectura sólo por lo que supone un buen principio. Ahora bien, los comienzos brillantes también tienen un problema añadido. Hay que cumplir con las expectativas creadas.

Que me despidan

Por la presente proclamo que, en el caso de la Generalitat Valenciana imponga un contrato para inmigrantes, quiero ser sometido a la misma consideración. A fin de cuentas, soy emigrante local y me cisco en todas las nacionalidades. Si en dicho contrato, además, hubiera que dejar constancia de mi implicación en fiestas populares, tradiciones casposas y divertimentos colectivos, anuncio que rechazo tajantemente vestirme de moro, ni tocar la charamita, ni pasear a un santo, ni -¡por Dios!- animar a la pandilla del Hércules.

Tampoco hablaré valenciano, sin negar en ningún instante la belleza del hablar catalán. Así que pueden ir despidiéndome. Si tienen la bondad, déjenme en Almansa, que ya encontraré mi camino.

Además, parece haber llegado el Día del Juicio Final ya que el conseller Blasco ha conseguido que rechacen su medida tanto la masonería como la Conferencia Episcopal. ¡Qué no conseguirá este buen señor!

Lo que puede pasar por no contrastar...

Hasta puede caerte un asteroide en la cabeza:

http://www.microsiervos.com/archivo/ciencia/apophis-no-acabara-con-la-tierra.html

sábado, 3 de mayo de 2008

¿Adivinan a quién tengo que visitar?



Para los admiradores de 'La pequeña tienda de los horrores' y del 'de repente, Seymour'.

Aquellas viejas y rojas banderas

Lo confieso, me encanta el Primero de Mayo. Aunque cada vez vaya menos gente. Aunque los sindicalistas se arrastran aburridos por el centro de Alicante sin creerse realmente lo que hacen. Aunque sea una especie de paso de Semana Santa de aquellas viejas ideologías, que se sacan en procesión por tradición y no por pasión. Me encanta. Aunque los grandes sindicatos equivoquen sus objetivos y digan que la crisis no es para tanto, cuando medio país está con la lengua fuera. Me chifla, no lo puedo evitar.

Quizá sea por todo lo que acarrea el día, por su carga simbólica, por lo que me atrajo de joven el Reportaje al pie de la horca de Julius Fucik, o, precisamente, porque nadie ya se lo cree.
Me encanta el Primero de Mayo aunque tenga menos manifestantes que la defensa de la programación de la TV3. Me encanta a pesar de lo equivocado de algunos discursos, que se centran en cuestiones abstrusas y no en la sinrazón de las condiciones laborales que hoy nos atenazan.

Me encanta, supongo, por que me recuerda que hubo un tiempo en el que la gente creía de corazón que podían mejorar el mundo. Cambiarlo. Enderezar su torcido deambular por el espacio y el tiempo. Aunque se equivocaron, lo intentaron. E inventaron un día de solidaridad de los trabajadores. En un reciente reportaje que hice sobre los nuevos sindicalistas, hubo un joven, Óscar Arán, que lo explicó a la perfección: "es como el día de la inauguración de los juegos olímpicos". Pero no del deporte, claro, sino del mundo laboral. Otra joven, Yaissiel Sánchez, me dio otra de las claves que considero ineludibles: "que no me hablen de inmigrantes en el día que se inventó para ver que todos los trabajadores son iguales".

Y es que me encanta porque comparto la certeza que expresó José de la Casa al despedirse de sus correligionarios tras 17 años: "me voy con la convicción de que hay una lucha de clases". Pues eso, que yo también lo creo del mismo modo que estoy convencido de que no hay lucha de los pueblos, sinos intereses ocultos detrás de ellas. Al igual que creo que los sindicatos están fracasando estrepitosamente al no saber adaptar su discurso a los nuevos tiempos y las nuevas necesidades de un mundo globalizado y cabrón como el actual.

Desde el páramo que fue Alicante el Día del Trabajo, con dos días de retraso, tras haber abandonado mi faceta sindical, y asustado por la falta de ímpetu e implicación de muchos de los asistentes, no puedo sino corear un: "¡viva el primero de mayo!"