A los que estamos habituados a la forma de pensar y entender el mundo del contundente cartagenero, no nos podía sorprender su opinión. La conclusión es la que sigue:
"Dice el recorte de prensa que tengo sobre la mesa que a esa pobre chica la mató un turco desaprensivo. Pero, en mi opinión, el recorte se columpia. La mató la estupidez. La suya y la de la sociedad occidental, cada vez más idiota y suicida, que la convenció de que el mundo, en el fondo, es un lugar simpático que sólo necesita un traje de novia para convertirse en el bosquecito de Bambi."
Y tiene razón. A veces nos olvidamos de lo cabrón que es el mundo, inundados como estamos de narraciones ñoñas en cine, música, libros, televisión y todo un enorme entorno mediático que anestesia nuestras tiernas meninges. Los que hemos crecido convencidos de que hay algún tipo de justicia final que mueve las cosas nos quedamos atónitos con la muerte de Pippa. Otros más sensatos ya lo prevéian.
Tiene razón, pero no se pueden imaginar como me jode que tenga razón esta vez don Arturo. Ojalá estuviera equivocado. Más aún, es un fracaso colectivo el que tenga razón que en algún momento se deberá resolver. De todos, gobernantes, ciudadanos, padres, madres, columnistas de domingo, blogueros aburridos y artistas italianas de 33 años. De todos.
Lástima que la humanidad no estuviera aún preparada para un mensaje como el de Pippa.
1 comentario:
Además.. la humanidad ya no se preocupa por disimular lo apestosa que es..
Por algo se dice: "aquí huele a humanidad.." (que supergracioso.. xD)
Saludos!
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