Andrea Camirelli se ha enfundado en una camisa de once varas. El prolífico autor siciliano ha roto su silencio en torno a la mafia para abordar en Vosotros no sabéis las órdenes escritas por el capo de la mafia Bernardo Provenzano a sus secuaces. Provenzano estuvo huido de la justicia durante más de 40 años. Buena parte del anonimato conseguido se debe precisamente a esos escritos. Los llamados pizzini, unas pequeñas cuartillas mecanografiadas.
En el mundo-silicona en el que vivimos todos tendemos a pensar en unos villanos que aprovechan las nuevas tecnologías al máximo. Como hace el común de los mortales. Tanto es así que todo lo que queda por debajo de un umbral tecnológico nos pasa desapercibido. Es como un sonido muy agudo, que parte de la fauna oye y otra no. Provenzano escribía sus órdenes en unos pequeños papeles plagados de referencias religiosas y faltas de ortografía que el receptor sabía entender a la perfección. Las cuartillas se transportaban en persona, ocultas en cualquier dobladillo del pantalón, por una extensa red de colaboradores en las que se incluían médicos o párrocos rurales. Todo parece muy primitivo. Pero Camirelli advierte: Lo que es moderno. O postmoderno, pues trata de recuperar modos mafiosos de antaño que pasaron por las tecnificadas narices de las autoridades durante décadas sin ser olidos.
Algo similar parece que ocurre con las redes de terrorismo islámico. A las administraciones de EEUU les costó muy caro el dejar de rebuscar en el ciberespacio y emplear los satélites y bajar al terreno de juego. El de toda la vida. Ése en el que quien ejerce la violencia física amedrenta. Y el que calla, otorga.
El libro en cuestión es más un entretenimiento del autor que una lectura recomendable. Pero es interesante acercarse a un mafioso de esos, como narra Camirelli, que se reía a mandíbula batiente cuando veía El Padrino. Yo no recuerdo muchas escenas de humor y la veo todos los años.
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