viernes, 7 de septiembre de 2007

La ciudad abandonada

Alicante es una ciudad extraña. No es turística ni industrial. Sólo tiene tres calles adecentadas y lo demás se cae. No como las ruinas de una antigua civilización orgullosa, sino como las piezas de un Tente en manos de un niño poco habilidoso. Es uno de los pocos lugares de España donde nunca en la historia hubo un grupo social lo suficientemente rico y comprometido como para elevar un proyecto común, una referencia; léase catedral, universidad de prestigio, palacio etc. Ha sido una tierra pobre, endémicamente egoísta y ensimismada. Por todo esto, no debe sorprender el que sea un paraje abandonado que sobrevive gracias a las playas, el sol y los despistados. La última década ha sido aprovechada por las urbes del entorno (Valencia, Murcia o Elche) para remozarse y dar un decidido paso hacia la modernidad. Y no me preocupa que Alicante siga igual, sino lo poco que parece preocupar al vecindario, que sólo encuentra éxitos en los fracasos ajenos. La ciudad se deja llevar y el patrón de la nave (el alcalde), ni está ni se le espera. A Luis XV hace tiempo que le dejó de preocupar la gestión. Lo mejor que le puede pasar es que se marche sin acabar la legislatura y sin pasar por la aduana. A Alperi le sucederá su delfín, Sonia Castedo, y quizá insufle nuevos aires al depósito de cadáveres en el que se ha convertido la casa consistorial. La oposición está aún peor y desde que el PSPV tuviera su enésimo fracaso electoral nada se ha vuelto a saber de Etelvina Andreu, que debe andar mendigándole a Bernat Soria que la readmita como científica. A los socialistas lo mejor que les podría pasar es que también corriera turno, pero no al número dos, por su bien, sino al tres. Carmen Sánchez-Brufal es de la poca materia gris que les queda después de gestionar mil derrotas sin esperanza de victoria. De Esquerra Unida y de los tres niñatos que parecen capitanearla, si me lo permiten, no les hablo, que duele. Mientras, la ciudad sigue abandonada y a nadie le importa. Se puede pasear por la Explanada un domingo, después comer en algún chiringuito en San Juan y por la tarde ver al Hércules CF pifiarla. La vida sigue en Alicante, una ciudad extraña, llena de extraños, entre los que me encuentro. Todos sepultados bajo el cemento, el mal gusto y constructores de corte chabacano. Todos huérfanos y absortos en nuestro ombligo.

10 comentarios:

Antonio dijo...

Deberías imprimirlo y contratar una avioneta para tirar esta entrada en forma de carta por toda la ciudad.

A mas de uno le dolerían las verguenzas..

(en respuesta a la entrada anterior: Si, la felicidad está en poder llevar ambas cosas)

Juan Carlos Soler dijo...

Muy bueno, me ha gustado mucho. Quizas un poco exagerado, pero das en la diana. Enhorabuena.

Juanjo Marcos dijo...

El problema, Antonio, es que a nadie le dolería nada. Ni siquiera a mí.

Juanjo Marcos dijo...

Estimado Juan Carlos,
Te agradezco el comentario. Sé que soy un poco exagerado y tremendista. Es sólo que veo tanto potencial, y tan desaprovechado.... En cualquier caso, esta ciudad la conoces tú mucho mejor, que la ves a través del objetivo.
Un saludo.

Peter Parker dijo...

En absoluto creo que sea exagerado. El problema es lo poco que le importa la situación a los propios alicantinos. Desde fuera es imposible no fijarse en la
decadencia de una ciudad cegada por su propio ego. Es una lástima. Alicante tiene todas las condiciones para ser la ciudad perfecta donde vivir. Personalmente, nunca conseguí adaptarme y lo peor es que fui yo mismo quien lo impidió. Claudio, el imperio se desmorona contigo dentro pero ahora tienes la oportunidad y el deber de participar en su resurrección.

Rocío Mendoza dijo...

Estoy con Peter Parker. No sólo hay que mirar y ver cómo el cemento sepulta. Hay manos que pueden hacer cosas. Mírate lo que tú tienes entre las tuyas y piénsalo... Si te importa, claro está.
P.D.: ¡¡Fuera el alcalde, YA!!

Juanjo Marcos dijo...

Creo, Peter, que deberías venirte para echarnos una mano. Las segundas partes siempre fueron mejores.

Juanjo Marcos dijo...

Pues, nada, según la Mendo ahora tengo yo la culpa. Ains! que me da algo.

Peter Parker dijo...

Buf, es que me da pereza. Mira todas las cosas que quedan por hacer a este lado del Turia y todavía no he empezado...

Anónimo dijo...

He estado en Alicante varias veces, por trabajo. Desconozco su situación política, pero me hago una idea a través de su prisma. Lo que sí he percibido cada vez que he pisado suelo alicantino es lo que reflejas con tus palabras, que es un ciudad dormida, agarrada a no sé qué pasado y estancada en otro tiempo. Algo falta, algo falla. Como tú, clau-claudio, veo potencial desaprovechado. Eso sí, el mejor arroz, allí, y en elche. Un saludo