El escurridizo Eduardo Zaplana ha debido sentirse en los últimos meses como el general ateniense Arístides. El mismo que creó la figura del ostracismo. El “ostrakismòs” era una decisión que se tomaba en asamblea ciudadana para rechazar a determinadas a personas. Para ello debían escribir el nombre del aludido en el interior una concha de ostra (ostrakón). El lance podía acabar en destierro o en simple amonestación. Arístides, que era conocido como 'el justo', que promovió la unión entre las polis griegas y que fortaleció a la asamblea ateniense, acabó con muchas conchas con su nombre escritas y tuvo que abandonar la vida pública, tras las maniobras de Temístocles (siglo V a.C).
No vamos a decir aquí que Zaplana merezca el sobrenombre de 'el justo', que el pasado acumulado en los bolsillos pesa y los cadáveres en el patio trasero huelen. Pero no hay que bucear mucho en la memoria para recordar el predicamento que tenía entre sus acólitos. ¡Cómo le jaleaban! Tampoco diremos que uniera a las polis griegas, pero al menos hizo un importante esfuerzo vertebrador en una autonomía inventada como es la (mal llamada) valenciana. Un esfuerzo que se ha abandonado; ya veremos con qué consecuencias.
Zaplana, que ha sido un maestro en esas extrañas labores que hacen los partidos de puertas para adentro, ha quedado relegado a un papel secundario y de mucho tiempo libre que inquieta a sus más voraces enemigos. Mientras tanto, sus acólitos esperan el retorno del Cid, ungidos de sebastianismo. El PP se halla en plena efervescencia y es un momento digno de análisis y disfrute del espectáculo. Zaplana sufre hoy maniobras como las que antes prodigaba (ya desde su llegada al Ayuntamiento de Benidorm). Es tiempo de navajeo para ellos y palomitas para los redactores de provincias.
En medio de esta vorágine cada vez oigo más el nombre de Francisco Camps como la tercera vía que necesita el partido. Camps no es Temístocles, vencedor de la batalla de Salamina, por más que su estrecho círculo se afane en rodearle de una aureola mística. Casi sagrada. El resultado electoral de Camps es imponente, aunque el Molt Honorable necesita de muchas tablas más para tener aspiraciones nacionales. Si da ese paso antes de tiempo, hará del 'Principio de Peter' todo un arte. En la primera división hay muchas de las carencias que no podrían esconderse. Por ejemplo, el precario trato con los medios y el ausente debate en asamblea. No puede seguir esquivando a las Cortes, por una simple cuestión de higiene democrática.
Aunque Temístocles salvó Atenas, fue después mandado al destierro por un buen puñado de ostrakones. Son las cosas de la democracia y de un sistema de partidos caníbal. A fin de cuentas, los arqueólogos encontraron en el Ágora ateniense casi 2000 “ostrakones”. En la Comunidad Valenciana veo a muchos políticos haciendo cola en el 'súper', justo en la zona de mariscos.
2 comentarios:
Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas...
Zetas del mundo, ¡uníos!
No te creía yo del alicantón-power, pero claro, con la gente que te rodeas... periodistas afectos, políticos del segundo escalón... Mal va el mundo cuando pedimos líderes, me recuerdan tiempos pretéritos como los funestos años 30. Pero, ¿acaso es imposible hallar gestores de lo público con un poquito de perspectiva y criterio? La política tiene que ser pasión y razón, no simples estudios de mercado, silencios cobardes para seguir figurando, tibiezas a la hora de tomar posiciones... No nos resignemos a mediocridad. Estoy contigo.
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