La Audiencia Provincial de Alicante ha tenido la brillante ocurrencia de organizar una serie de charlas sobre la relación de los medios y la judicatura. Para aquellos de nosotros que el mundo judicial es más abstruso que la cábala, se trata de una iniciativa digna de agradecer (de hecho, patronales y cajas de ahorros podían tomar nota de lo realizado y ampliarlo al mundo económico). La charla inicial recayó en Juan Ramón Gil, director de Información.
El Información, para aquellos de fuera de Alicante, es el diario hegemónico en la provincia y uno de los más rentables de toda España. Y como tal, tiene una actitud arrogante que en muchas ocasiones se traslada en una presión obsesiva hacia las fuentes. En muchas ocasiones he sido muy crítico con este medio por esa actitud machacona. Por este motivo, me gustó tanto la charla de su director (cuya encíclica dominical, a qué negarlo, es de obligado cumplimiento en esta rincón del mapa).
Lo que hizo Juan Ramón Gil fue el entonar un mea culpa, no como medio o como periodista concreto, sino como portavoz ese día de una profesión tan sufrida. Aludió a la soberbia como uno de los principales males que nos aquejan, a la falta de criterio (o al criterio equivocado) a la hora de valorar las noticias y a la necesidad de recuperar la esencia del oficio. Y me convenció.
Hubo dos aspectos que me parecieron especialmente preclaros. Por un lado, la reflexión sobre lo complicado que es definir al periodista, y los males que ello conlleva. Él se queda con la de: "periodista es aquel cuyo trabajo consiste en contar los hechos relevantes y que sean ciertos, para lo cual aplica un método de trabajo objetivo dirigido precisamente a garantizar la veracidad de lo que va a contar". De manual. Pero en una semana en la que he tenido que discutir por mi falta de pericia para apostar por un caballo ganador, informativamente hablando, me alegra ver que las definiciones de manual todavía me parecen válidas.
Otro aspecto que me alegro escuchar es el de la falta de una memoria colectiva de la profesión. En el periodismo se envejece mal y envejecen pocos. Las deserciones se cuentan por cientos, y es comprensible. En muy pocos años he pasado de recibir lecciones a tener que impartirlas. Y dudo muy mucho de lo capacitado que esté para ello. Las personas de edad sólo sobreviven en medios públicos o en esas viejas señoras que son los grandes diarios de provincias, como es el caso del Información. Lo demás, está supeditado al entusiasmo y acierto de gente muy joven, para lo bueno y para lo malo. Lo cual no deja de ser descorazonador si se piensa en los años que tenemos por delante.
También hubo llamadas a una mayor exigencia del trabajo realizado y a la responsabilidad contraída. A veces, la montaña rusa en la que viajamos va tan rápido que perdemos la perspectiva de lo que hacemos. No somos tan importantes como nos quieren hacer creer, pero cada letra tecleada debe pesar sobre la conciencia de cada redactor, pues las consecuencias y la protección de la que goza el periodista así lo requieren.
Me alegra escuchar todo esto de la persona que rige el principal diario alicantino. En sus manos está el hacer de catalizador de estos principios, pues marca buena parte de la agenda local. Servidor, por su parte, renueva sus votos y comparte el mea culpa lanzado. Todos deberíamos hacerlo.
2 comentarios:
buf, agachando la cabeza ante el dictador! El amigo J.R. puede decir lo que quiera y adornarlo con mil guirnaldas, pero luego su periódico es el primero en incumplir todos sus postulados.
Por eso es especialmente significativo el que tenga ese discurso.
Publicar un comentario