En estos tiempos en los que un trasvase no es un trasvase, sino un "transfusión de urgencia". En días en los que el aumento del paro es un "ajuste" del mercado laboral. En momentos en los que ya ni siquiera hablamos de los "daños colaterales" de las "guerras preventivas" de sucios rincones del mundo. En un lapso de tiempo en el que llevarse la producción de la industria a países subdesarrollados para pagar menos es "internacionalizar" o "deslocalizar". En un instante en el que la única forma de salir de la crisis es reducir el salario del trabajador y "flexibilizar" la contratación, o sea, facilitar el despido. En una provincia donde no hay abusos urbanísticos sino lógicos desajustes entre la oferta y la demanda de suelo.
Es, digo, en tiempos como el actual cuando hay que aferrarse al diccionario como una tabla de salvación ante la locura de la destrucción del idioma, de la vorágine deconstructora de los vocablos de la que soy cómplice. De la violación del verbo, de la profanación de los significados, del hurto del sintagma. Detrás de este saqueo hay todo un entramado de confusión y alteración de la conciencia colectiva.
Vivimos una época en la que los fontaneros políticos, dignos herederos de Pepe Gotera y Otilio, quieren convencernos con muchas repeticiones de ideas burdas. La realidad se torna de chicle y todo vale. Puede quemarse la Estación de Murcia que si se repite mucho que no ha ardido, hay quien tendrá las posaderas en carne viva y no lo verá. Y los aspirantes a gurú de los 'media', de esos que vieron demasiadas veces 'The West Wing', pero no entendieron nada, se creen legitimados a ser más intrépidos.
Insisto, en esta época los diccionarios y los viejos tratados son un asidero ante el descontrol, el desvarío y el desequilibrio mental en los que vivimos. Es un remedio ante todo lo que ya se explicó en 'No pienses en un elefante', de George Lakoff. Si no hay armas de destrucción de masiva, no las hay. Si hay sobrantes en el Ebro, no se pueden evaporar. O no se debe.
Hay conceptos que no podemos perder de vista:
Hay un fraude generalizado.
Una burla permanente.
Desdén a la audiencia.
Manipulación zafia.
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