"A banker is a fellow who lends you his umbrella when the sun is shining, but wants it back the minute it begins to rain"
Mark Twain, (1835-1910)
Como se hacía con los apestados de antaño, postulo desde este humilde rincón que nadie lee que todos los analistas y sabios financieros sean llevados a una isla remota y sean abandonados a su suerte. No sólo no han acertado en ninguna de sus predicciones. Es que, además, nos han arrastrado a todos en su locura. De un día para otro parecía normal que la vivienda creciera todos los años al 20% y las bolsas y muchos fondos al 10%. La máquina no se detenía y la riqueza era infinita.
La riqueza. Parece que es como la energía, que ni se crea ni se destruye, pero nada más lejos de la realidad. A veces se distorsiona y genera burbujas. Ya fuera con el tulipán en el siglo XVII, con las puntocom a finales del XX o la actual indigestión del ladrillo. Al albur de este error permitimos que una legión de arribistas de medio pelo se las hayan dado de grandes empresarios, sin ser más que burdos especuladores.
Ahora ha llegado el momento de las lamentaciones. ¿Y los expertos? Nos abruman con sus rebotes bursátiles y sus swpas, cuando deberían estar tragándose sus gemelos y sus Blackberry. Deberían gokpearse la cabeza contra los ordenadores llenos de estadísticas y previsiones fallidas.
Kondratieff ya explicó y probó que la economía es una cuestión de ciclos. Podremos discutir los plazos, pero no el fondo de la argumentación.
Lo menos útil en este contexto es lo que se hace en este país. Por un lado, negar la mayor, que hay recesión y más parados. Con ellos miles de dramas que un socialista no puede nunca minusvalorar. Por el otro, hay quien busca culpables para lograr réditos políticos. Eso sí, sin cansarse demasiado.
Más vale casi que no hagan nada. Sólo pequeños ajustes, para que las teorías de Kondratieff y Schumpeter se luzcan. Mientras, nos han quitado el paraguas o se lo quieren cobrar a los Presupuestos Generales.
Otras citas para la jornada:
"Quien compra lo superfluo no tardará en verse obligado a vender lo necesario"
(Thomas Fuller)
"Querido muchacho, tendrás que aprender a trabajar más inteligentemente, no más duramente"
(El padre del Tio Gilito)
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