"Llegaban más colonos, ahora llamados con promesas de desarrollo ganadero y maderero. Con ellos llegaba también el alcohol desprovisto de ritual y, por ende, la degeneración de los más débiles".
"Malhumorado, se puso la dentadura postiza y masticó los secos pedazos de hígado. Muchas veces escucho decir que con los años llega la sabiduría, y esperó, confiando en que tal sabiduría le entregara lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que éstos tendían a menudo".
"- ¿Verdad qué sabes leer, compadre?
- Algo.
¿Y qué estás leyendo?
-Una novela. Pero quédate callado. Si hablas se mueven la llama y a mí se me mueven las letras.
El otro se alejo para no estorbar, mas era tal la atención que el viejo dispensaba al libro, que no soportó quedar al margen.
- ¿De qué trata?
- Del amor.
Ante la respuesta del viejo, el otro se acercó con renovado interés.
- No jodas. ¿Con hembras ricas, calentonas?
El viejo cerró de sopetón el libro haciendo vacilar la llama.
- No. Se trata del otro amor. Del que duele."
"Recuerda que no eres un cazador, porque tú mismo has rechazado siempre ese calificativo, y los felinos siguen al verdadero cazador, al olor del miedo y a verga parada que los auténticos cazadores emanan. Tú no eres cazador. Muchas veces los habitantes de El Idilio hablan de ti llamándote El Cazador, y les respondes que eso no es cierto, porque los cazadores matan para vencer el miedo que los enloquece y les pudre por dentro".
Estos son unos breves párrafos para recomendar la novela Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda (1989). Eso que los cursis llamarían un libro delicioso y breve y que no puedo más que recomendar efusivamente.
2 comentarios:
Lo leeré. Hagan sitio, hagan sitio.
A mí me encantó. Lectura breve pero no escasa. Es muy plástico describiendo el peruano ese. Mientras lo leía, sentía el calor pegajoso de la selva. Yo también lo recomiendo. jeje
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