lunes, 8 de octubre de 2007

Lloviendo piedras

Estos pasados días se ha producido en Alicante un fenómeno curioso, que ha inquietado a sesudos expertos y analistas desde Viena a Wichita. Llueven piedras. Así, como lo oyen. Este hecho no pillará por sorpresa a los usuarios del tranvía de Alicante que vieron como un enorme peñasco de cuatro toneladas a punto estuvo de llevarse por delante un par de vagones. O al obrero que en Elda fue herido grave por el golpe de una piedra en la cabeza. O al aquejado en Orihuela por la misma razón. No se equivoquen, no se trata del inclemente granizo, que nos recuerda cada año lo pequeños que somos cuando la madre tierra se cabrea. Son piedras, tan duras como la mollera de muchos de nuestros allegados; e incluso la propia. Alguien malpensado podría pensar que las piedras se caen cuando se construye a la ligera. Con poco cuidado y menos concierto.
Quizá sea una casualidad, pero este extraño fenómeno coincide con la explosión -detonación- de la burbuja inmobiliaria. El 'boom' ha hecho 'plof'. A uno le da por pensar que la tierra del ladrillo por excelencia se resquebraja y el castillo de naipes (con campo de golf, piscina y centro comercial) en el que vivimos se cae por su propio peso. Es un hecho que a casi nadie sorprende. Hay un consenso generalizado, salvo en esta provincia, al destacar que en el litoral mediterráneo, con Alicante a la cabeza, se ha producido un exceso constructor. No es que desde aquí coincidamos con los que ven cuernos y tridente en los consejos de administración de Llanera, Astroc y las que vendrán (Lubasa y Polaris, os esperamos). Algo de culpa tenemos todos en la crisis en la que estamos entrando y que irá más. Y si no se lo creen, esperen a que llegue 2008 y la inercia de los años expansivos concluya.
Así que no es malo que lluevan piedras en una tierra donde la autocrítica ha brillado por su ausencia, incluso cuando el Parlamento Europeo vino a sacarnos los colores. La reacción fue madura y equilibrada como suele ser en estos páramos: la culpa es del mensajero y los eurofuncionarios son muy malos.
Por eso pido pedradas para todos los que quieran mirar hacia otro lado. Un canto a la cabeza de los dirigentes empresariales y políticos de la Comunidad (cajas incluidas), a ver si así despiertan del ensimismamiento en el que habitan (eso sí, con campo de golf, piscina y centro comercial).
Y un buen peñasco a los medios empecinados en poner paños calientes a una herida tan grande.

1 comentario:

Peter Parker dijo...

Pues leo una entrevista con el presidente de los promotores y sigue manteniendo que el precio de la vivienda seguirá igual. Espero que lluevan piedras en sus cuentas de resultados.