miércoles, 21 de enero de 2009

martes, 20 de enero de 2009

Tres fuentes

Los compañeros de la Cadena Ser han sido durante años la vanguardia del periodismo radiofónico en España. Pero de un tiempo a esta parte, los vicios se empiezan a convertir en virtudes. Y viceversa. Pondré tres ejemplos de estos últimos días:

1º Ayer mismo, el programa El Larguero tuvo ante los micrófonos al presidente accidental del Real Madrid (al que más le valdría cuidar a sus empleados, que muchas veces trabajan en condiciones de auténtica penuria, que dedicarse a estas lides, pero eso es otra cuestión). Buena parte del programa fue un constante desdén hacia Marca. En muchas ocasiones he manejado el tópico de "el que vale, vale, y el que no, a deportes". Buenos compañeros me cerraron la boca. En esta ocasión, además, Marca nos ha dado a una auténtica lección de periodismo, por un lado, y de tener cuidado con el Facebook, por otro. En prensa deportiva de Madrid, conseguir la dimisión de Calderón es como conseguir la de Richard Nixon en el Washington Post. Caza mayor. Por eso no deja de resultar sorprendente que De la Morena se llene la boca buscando "traidores", en vez de reprender a sus compañeros de As, que tanto tardaron en ver la dimensión de la noticia.

2º La entrevista de Angels Barceló al presidente palestino, Mahmud Abbas, tiene mucha tela que contar. Pero mejor que lo narren testigos directos.

3º Esa persona que me hace echar de menos a Gabilondo a diario quiso analizar el otro día los datos del paro. Francino y sus secuaces, más que colaboradores, no dudaron en afirmar que hay puestos de trabajo en España sin cubrir, y se recrearon en el ejemplo del pastoreo en Albacete, a cuenta de la lista de empleos de difícil colocación que publica habitualmente el Inem). Afirmaban que el personal tenía que rebajar sus pretensiones. Es un bonito aserto dicho desde algún loft coqueto de Barcelona. Incluso hubo referencias bucólicas a la vida en el campo. Ese tipo de referencias hecha por personas, barrunto, no han visto un huerto en su vida. Por favor, un pocquito más de consideración para las decenas de miles de personas que pierden sus empleos todos los meses en esta España de la crisis.


Son sólo tres ejemplos. Habrá muchos más de asuntos bien hechos. Pero creo que la radio líder española no puede permitirse el caer en esa autocomplacencia en la que ahora abunda.

domingo, 18 de enero de 2009

Prejuicio contra lo andaluz

Más allá de los chistes y de los chascarrillos, allén de la coña de café y el galleo de bar, hay un nebuloso terreno donde la gracia se torna en prejuicio. En los últimos meses hemos asistido a ejemplos de un prejuicio muy arraigado de este país: el que veja a lo andaluz. La persona que está logrando sacar tanta inquina es la, por otro lado lado inefable, ministra Magdalena Álvarez. Más conocida por sus alias, como Lady Aviaco o Mandatela.

No negaré que servidor ha tratado sin éxito que le dieran la nacionalidad andaluza. Tampoco que he sido cómplice de chistes con respecto a las regiones del sur. He compartido tópicos en torno a la holgazanería, las interminables fiestas, la subsidiariedad de la economía y los minolles del cacique Cháves.

Muchos podrán argüir que estos tópicos son los mismos que se soportan sobre la tacañería de un catalán, la tozudez de un maño o la tontería del valenciano. Y es verdad. Las cosas empiezan a cambiar cuando los representantes públicos se sienten lo suficientemente amparados por el entorno como para hacer del chascarrilo un asunto de debate público. A Álvarez primero la llamaron en los medios "señorita andaluza". Después le afearon el acento.

En ambas ocasiones, los exabruptos fuera de tono vinieron de Cataluña. De todo el arco parlamentario catalán. No deja deja de resultar sorprendente que sus señorías sean tan miradas con cualquier atisbo de ligero desdén para con su lengua, pero que a posteriori se permitan frivolizar con todo lo que les es ajeno. Con el peor de los estilos, el más chusco. Hablar con acento andaluz es algo bonito. Al menos, a mí me parece mucho más agradable que el nasal entonar que manejan en el Ampurdán. Pero para gustos, los colores. Y los acentos. Todos ellos.

Una de las pocas cosas que no se le puede afear a las ministra de Destrozos Públicos y Tormentos es su origen y acento. Excepto, claro, que el debate público catalán haya quedado embarrado definitivamente en los fangosos terrenos de los prejuicios, el nacionalismo rancio y ese tufillo de xenofobia que empieza a ser asfixiante.

martes, 13 de enero de 2009

Mentirosas cifras

Cuanto más trabajo con datos, más convencido estoy de que los números mienten más que las palabras, que ya es decir. Se estiran y manipulan de forma sorprendente. Se ajustan a una elástica realidad y a un subjetivo observador.

Si no me creen, observen.

Alerta y nieve

España es un país histérico e inmaduro. Un país que suele fracasar siempre que hay momentos de tensión. Es un país joven, adolescente, diría, que berrea y patalea en cuanto algo le sale mal.

Que nieva un día, varias ciudades se colapsan.
Que se ponen los camioneros de huelga, el país se paraliza.
Que quiere entrar el gobierno ruso en una petrolera, pues nos tiramos unos a otros los trastos a la cabeza.
Que hay crisis, pues improvisamos decenas de medidas sin ton ni son. Y que el déficit engorde y lastre al país durante décadas sin que quede acreditado que lo que se hace realmente sirve para sortear el difícil momento actual. No hay planificación a medio plazo, la improvisación se ha asentado en nuestras estructuras como un dogma de fe y actuación.

En momentos de incertidumbre los grandes líderes deben actuar poco pero con una determinación impecable. Justo lo contrario que se estila aquí. Por no hablar del problema terrorista y del sonrojante espectáculo que se desarrolla después de cada atentado.

De todos modos no es sólo cuestión de los líderes. Desde hace tiempo tengo la convicción que los países y los colectivos también triunfan y fracasan. La sociedad vasca, por ejemplo, está fracasando y dando muestras de moralidad nefanda con su proceder con el terrorismo. Una sociedad donde un asesinato no interrumpe una partida de cartas tiene algo podrido en su interior.

La sociedad española, por contra, da muestras en general de una inmadurez punzante. Se pierde en las tonterías y señuelos que le ponen delante en vez de ser exigente con sus gobernantes y consigo misma. Conste que me incluyo en este proceder y por ello me siento en disposición de crítica y autocrítica.

Nos hemos convertido en un conjunto empeñado en reclamarlo todo, pero poco dado a dar nada. Nadie quiere hacer nada por el prójimo y no hay grandes valores que aúnen voluntades.

Y así nos va. Nieva un día y no sabemos qué hacer. Miramos al cielo atónitos y nos preguntamos por lo que será de nosotros cuando llegue el diluvio pendiente.

sábado, 10 de enero de 2009

La tournée de Dios

Yo no sé si Dios existe o deja de existir. Tampoco sé si viaja en autobús o ve las campañas que allí se insertan. Lo que sí sé es que el ser humano profundiza cada día más en su faceta de tonto del culo.



Os lo cuento en un pizzini

Andrea Camirelli se ha enfundado en una camisa de once varas. El prolífico autor siciliano ha roto su silencio en torno a la mafia para abordar en Vosotros no sabéis las órdenes escritas por el capo de la mafia Bernardo Provenzano a sus secuaces. Provenzano estuvo huido de la justicia durante más de 40 años. Buena parte del anonimato conseguido se debe precisamente a esos escritos. Los llamados pizzini, unas pequeñas cuartillas mecanografiadas.

En el mundo-silicona en el que vivimos todos tendemos a pensar en unos villanos que aprovechan las nuevas tecnologías al máximo. Como hace el común de los mortales. Tanto es así que todo lo que queda por debajo de un umbral tecnológico nos pasa desapercibido. Es como un sonido muy agudo, que parte de la fauna oye y otra no. Provenzano escribía sus órdenes en unos pequeños papeles plagados de referencias religiosas y faltas de ortografía que el receptor sabía entender a la perfección. Las cuartillas se transportaban en persona, ocultas en cualquier dobladillo del pantalón, por una extensa red de colaboradores en las que se incluían médicos o párrocos rurales. Todo parece muy primitivo. Pero Camirelli advierte: Lo que es moderno. O postmoderno, pues trata de recuperar modos mafiosos de antaño que pasaron por las tecnificadas narices de las autoridades durante décadas sin ser olidos.

Algo similar parece que ocurre con las redes de terrorismo islámico. A las administraciones de EEUU les costó muy caro el dejar de rebuscar en el ciberespacio y emplear los satélites y bajar al terreno de juego. El de toda la vida. Ése en el que quien ejerce la violencia física amedrenta. Y el que calla, otorga.

El libro en cuestión es más un entretenimiento del autor que una lectura recomendable. Pero es interesante acercarse a un mafioso de esos, como narra Camirelli, que se reía a mandíbula batiente cuando veía El Padrino. Yo no recuerdo muchas escenas de humor y la veo todos los años.

viernes, 9 de enero de 2009

Comandante

Entre las hagiografías cinematográficas y las condenas infernales de algunos periódicos, quedaba un enorme hueco.La figura de Ernesto Guevara de la Serna sigue conciliando amores y agravios por doquier. Y los años siguen pasando.
Para tratar de llenar, en parte, ese hueco, he pasado las navidades con la biografía realizada por el reputado periodista norteamericano Jon Lee Anderson.

El trabajo me parece impecable. Profundo y riguroso sin dejar de traslucir la admiración que provoca una personalidad tan singular y estimulante. Pone carne a los tópicos que se han generado y al póster colgado en el 99% de las universidades del mundo.

Hay varios aspectos del libro que me parecen reseñables. Por ejemplo, destacaría la narración de la falta de militancia política en el Ernesto adolescente. Por el contrario hacía gala de un aventurerismo valiente, superando taras físicas, entregado y noble. Me parece, también, envidiable las explicaciones de cómo la familia Guevara se vio sacudida por la evolución del hijo. Como tantas y tantas personas a lo largo de sus 39 años de vida.

En estos días de 5o aniversario, aún me admira que triunfara la revolución cubana. Tengo la impresión de que hay varios gabinetes en EEUU con la misma impresión. La política americana para con el Cono Sur y el Caribe fue desproporcionada y agresiva cuando no tocaba y liviana y dejadiza cuando sí. Generaron un caldo de cultivo antiamericano que no sé si se conseguirá soslayar en algún momento del futuro. Sólo en ese ambiente se puede entender el ardor revolucionario que azotó a tantos países. Y que en Cuba, la tercera la economía americana del momento, triunfarán los seguidores de Fidel.

Una vez que Guevara tomó sus votos marxistas, a los que se mantuvo fiel hasta lo irracional, empezó a crear al personaje. Al Che. En aquellos primeros años sorprende también observar la falta de compromiso político de Castro, quien por el contrario hacía gala de una envidiable ambición y habilidad política. De hecho, había un buen maridaje entre ambos y la biografía de Anderson resta importancia a sus desavenencias.

Al poco de llegar a la Sierra Maestra la Revolución tenía ya en sus adentros los síntomas de desviación que se han ido extendiendo durante cinco décadas. Anderson detalla los primeros y arbitrarios juicios sumarísimos. Luego llegaron los fusilamientos de La Montaña y la prohibición de la prensa libre, con Guevara como protagonista. "La luna de miel de la Revolución había acabado", escribió Simone de Beauvoir.

Después para el Che llegan los años de la leyenda. En los que el personaje se come a la persona y se trasciende al espacio del mito. Los años de las frustradas aventuras en Argentina (no personalmente), el Congo y Bolivia. Los años que dan el final trágico, de grandeza y un punto de locura que necesita todo héroe.

La narración de los últimos días de vida del Che es sobrecogedora, al igual que las fotos de la última época. Abandonado por sus supuestos aliados, buscando unos sueños de grandeza, agobiado por la miseria. Con los sentimientos más nobles ante la más absoluta de las indiferencias. Muchos de los bolivianos hoy en el poder deberían hacer examen de conciencia de aquellos días.

Sartre definió al Che como la persona más completa de su tiempo. Es una buena descripción. Es una lástima que en un momento dado se confundieran las convicciones profundas y acertadas con axiomas inamovibles. Axiomas en los que se puede castigar la discrepancia y la disidencia. Pero es que así fueron aquellos tiempos. Y me parece que poco hemos avanzado.

En cualquier caso, un libro muy recomendable. Aunque puede que haya algún experto perplejo sobre estas opiniones sobre Cuba y uno de sus mártires.