domingo, 16 de septiembre de 2007

Balones fuera

España es un país de peloteros. No lo digo por observar semanalmente al país paralizado tras un balón. Ni por ver cómo nos desvelamos por el estado del pubis de cualquier mediocentro de mediopelo de algún equipo sin mediaostia, mientras ignoramos cómo avanzan las pateras por el litoral mediterráneo (a Benidorm han llegado, ni más ni menos). Lo digo por la facilidad con la que los problemas se nos escurren de las manos. Eso tan castizo de 'pasar la pelota', 'esquivar el marrón' o 'escurrir el bulto'. ¿No se habían dado cuenta? Nadie tiene culpa de nada. La historia de miserias que encadenamos y la triste realidad que padecemos se producen por el libre albedrío y el azar. La Generalitat Valenciana culpa al Gobierno central de todos sus males; el ejecutivo, a la desleal oposición; los 'populares' son capaces de retrotraerse al 11-M. Y entre medias, todo un país de llorones que atribuye a Bruselas, la globalización, el cambio climático o al FMI sus cuitas. Ahora bien, soluciones, pocas. Tras tantas quejas, también se perdió la autoridad moral para dar un puñetazo en la mesa, cuando realmente es necesario.
Los agricultores lamentan las lluvias que no llegan y los hoteleros la caída del gasto turístico. Los comerciantes, con su bendita hipocresía, denuncian que a Alicante llegan lo que llaman como turistas de bocadillo. No puedo entender cómo la 'jet set' europea prefiere Niza, el Caribe o la Polinesia a los excelsos chiringuitos y colmados que se arremolinan en torno a las playas y el ladrillo. Nadie hace autocrítica, ni revisa sus aciertos y fallos. Y así, el mar de lágrimas sigue avanzando, y el escaqueo es la mayor de las artes de la cultura empresarial patria.
Hasta un conseller tan válido como José Ramón García Antón aseguró sin que le temblara la voz que no tiene nada de lo que arrepentirse tras el accidente del Metro de Valencia, pues la culpa fue sólo del conductor.
Todos llorando y la prensa como pañuelo donde enjugar las lágrimas, aunque la tinta nos manche a todos. Cubierto de tizne, si me permiten la frivolidad, creo que en este país sobran peloteros y faltan pelotas para reconocer los fallos propios y tratan de enmendarlos. O como se decía antaño, un poco de vergüenza torera.

Ma non troppo

Después de tanto buscar en la actualidad una explicación al desvarío en el que vivimos, he encontrado una de las argumentaciones que más me han satisfecho en un libro escrito por un italiano ya muerto. Suele pasar, todas las dudas que uno tiene siempre estaban ya resueltas en libros de griegos o italianos muertos. En este caso se trata del economista Carlo M. Cipolla (1922-2000) y su obra que no pretendía ser tal, 'Allegro ma non troppo', donde desarrolla sus ya legendarias leyes de la estupidez humana. La máxima es clara: el estúpido es el ser humano más peligroso que hay, por encima del malvado. A fin de cuentas, el malvado busca un beneficio propio y se le puede prever y combatir. El estúpido, por el contrario, viene definido como la persona que con sus acciones perjudica al prójimo sin sacar ningún beneficio. Por eso no se pueden anticipar sus movimientos. Cipolla añade que hay un número constante de estúpidos en cada grupo humano, independientemente de credo, sexo, religión o nivel educativo. Las clases dirigentes también están incluidas en el sesudo entretenimiento del sabio italiano, que no por gustar de la ironía pierde un ápice acierto (como ya le ocurriera a Peter con su Principio).
La diferencia entre las sociedades que avanzan y las que están en declive radica, añade el libro, en que en las primeras las personas inteligentes ocupan altos puestos de responsabilidad y controlan a los estúpidos; mientras, en las segundas, los malvados quieren aprovecharse de los estúpidos. Y fracasan. El carácter impredecible de la estupidez hace que no se valore en su justa medida el daño y perjuicio que genera. Por cierto, las personas inteligentes vienen definidas como esas que logran un beneficio propio con una acción que genera provecho también para el prójimo.
Así que ya lo veo claro, sólo una sociedad decadente como la nuestra puede ser tan obtusa, a escala mundial, nacional y provincial. Tres breves ejemplos:

  • El mundo cambia, hay oleadas de pateras surcando el mediterráneo y Argelia es sacudida por las bombas, pero en Alicante (a unos pocos cientos de kilómetros) sólo se habla de las medidas de seguridad del 'ferry' a Orán.

  • China e India invaden los mercados del mundo, las fronteras europeas son permeables, la información y las finanzas son libres en el ciberespacio, pero la actualidad española, anclada en el siglo XIX, debate sobre conceptos como nación o preámbulo. Cansinamente. Y se pierden personas inteligentes, como es el caso de Josu Jon Imaz, en detrimento de más estúpidos.

  • La política dejó de ser el reino de los mejores y quedó como una villa de retales. No negarán que han visto a estúpidos en puestos de responsabilidad y representación. Todos los colores políticos están incluidos. Un breve surtido: Julio de España, Joan Ignasi Pla, Ángel Acebes, Roque Moreno, la ex ministra Trujillo, el teniente Trillo, Llamazares, el 95% de la corporación municipal y Susto Nieto, capitaneando la marcha.

Los malvados pensaron que podrían rodearse de estúpidos para controlar las cuotas de poder y de miserias de las que se compone el poder local. Para ello contaban con nosotros y nuestros estúpidos votos, que no castigan la incompetencia. El maestro Cipolla recuerda que una de las características del estúpido es que no se reconoce como tal. Quizá debería haber incluido algún tipo de 'test', que servidor tiene dudas sobre sí mismo. Me cuesta entender como puedo permanecer atónito ante tanta barrabasada que me rodea. Menos mal que tenemos a los griegos e italianos muertos para explicarnos las cosas de nuestro día a día.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Militancia periodística

Al contrario que muchos de mis compañeros de trincheras (a un lado y a otro), nunca he sido hábil a la hora de trazar estrategias informativas. Eso que llaman 'posicionamiento' y que hace que el redactor de turno se arrime a un árbol con sombra, al caballo ganador, al que le ayude en un brumoso futuro informativo y empresarial. Sí, sé que este tipo de cuestiones están fuera de toda ética profesional, pero que los exegetas de los manuales de periodismo pasen una semana en la prensa local; luego me lo cuentan y se posicionan.
Mantener una actitud equidistante es complicado y agotador. Unos te consideran servil, otros revolucionario. Y tú, que sabes que no eres ni lo uno ni lo otro, dudas de todo. Por ejemplo, la prensa de Valencia nos ha dado estas semanas una muestra de más de su militancia. Ha caído la cabeza de uno de los prebostes de las finanzas valencianas, el director de Bancaja. Ningún periódico ha acertado a explicar los profundos motivos por los que se ha desempolvado la guillotina. Ni acertará. La prensa de Alicante es radicalmente opuesta, y si discrepan, recuerden cómo fue el cese de José Luis Gisbert. Siete años han pasado y todavía resuenan los ecos.
Quizá el canibalismo de esta terreta sea excesivo. Aunque también, quizá, es que la actualidad local no invita a otra cosa, con Terra Mítica saliendo de la UVI, las cajas de plañideras, los zaplanistas enrocados y ajenos a esa molestia que se llama votantes, y los socialistas negociando sus miserias (por Dios, que alguien le quite los carnés de la rosa a Martín Sevilla y Fernández Valenzuela).
La CAM, la caja de todas las batallas, inicia esta semana el debate de las cuotas participadas y los periodistas tendrán que posicionarse. Ingenuo de mí, pensaba que estaba del lado del lector (en muchos casos cliente de esa caja), pero mis superiores tienen otra opinión. Así que perderemos toneladas de papel y de tiempo en esas intrigas palaciegas que protagonizan muchos labriegos de las finanzas. Con sus cubatas, sus aires de Rodolfo Valentino, sus especias, sus ínfulas alcoyanas, sus manejos murcianos, sus tarjetas-oro fundidas y sus redactores acólitos. Ya les he dicho que dudo de todo, y eso, en la actualidad, es un feo vicio. La objeción de conciencia llegó al ejército pero no a la prensa escrita.
PD. ¿Para cuándo un auténtico debate sobre lo que deberían ser las cajas y su obra social, como entidades semipúblicas, y lo que son, con inversiones multimillonarias en el Caribe, participaciones en Unión Fenosa y touroperadores alemanes?

viernes, 7 de septiembre de 2007

La ciudad abandonada

Alicante es una ciudad extraña. No es turística ni industrial. Sólo tiene tres calles adecentadas y lo demás se cae. No como las ruinas de una antigua civilización orgullosa, sino como las piezas de un Tente en manos de un niño poco habilidoso. Es uno de los pocos lugares de España donde nunca en la historia hubo un grupo social lo suficientemente rico y comprometido como para elevar un proyecto común, una referencia; léase catedral, universidad de prestigio, palacio etc. Ha sido una tierra pobre, endémicamente egoísta y ensimismada. Por todo esto, no debe sorprender el que sea un paraje abandonado que sobrevive gracias a las playas, el sol y los despistados. La última década ha sido aprovechada por las urbes del entorno (Valencia, Murcia o Elche) para remozarse y dar un decidido paso hacia la modernidad. Y no me preocupa que Alicante siga igual, sino lo poco que parece preocupar al vecindario, que sólo encuentra éxitos en los fracasos ajenos. La ciudad se deja llevar y el patrón de la nave (el alcalde), ni está ni se le espera. A Luis XV hace tiempo que le dejó de preocupar la gestión. Lo mejor que le puede pasar es que se marche sin acabar la legislatura y sin pasar por la aduana. A Alperi le sucederá su delfín, Sonia Castedo, y quizá insufle nuevos aires al depósito de cadáveres en el que se ha convertido la casa consistorial. La oposición está aún peor y desde que el PSPV tuviera su enésimo fracaso electoral nada se ha vuelto a saber de Etelvina Andreu, que debe andar mendigándole a Bernat Soria que la readmita como científica. A los socialistas lo mejor que les podría pasar es que también corriera turno, pero no al número dos, por su bien, sino al tres. Carmen Sánchez-Brufal es de la poca materia gris que les queda después de gestionar mil derrotas sin esperanza de victoria. De Esquerra Unida y de los tres niñatos que parecen capitanearla, si me lo permiten, no les hablo, que duele. Mientras, la ciudad sigue abandonada y a nadie le importa. Se puede pasear por la Explanada un domingo, después comer en algún chiringuito en San Juan y por la tarde ver al Hércules CF pifiarla. La vida sigue en Alicante, una ciudad extraña, llena de extraños, entre los que me encuentro. Todos sepultados bajo el cemento, el mal gusto y constructores de corte chabacano. Todos huérfanos y absortos en nuestro ombligo.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Se me pudre el estilo


Recuerdo, hace mucho tiempo, en uno de esos días de otoño en los que entraba temeroso a mis primeras clases en la facultad de Periodismo, que ya me lo avisaron. Un infame profesor de Publicidad (Juan Macià, a más señas) nos dijo que nos encontrábamos en el peor lugar para todo aquel que tuviera ínfulas literarias. Reí entonces con desdén y me equivoqué. Aquella sala estaba llena de novelistas y poetas equivocados, que están hoy en las redacciones, frustrados. Aunque ahora parezca que quiero parecer ingenioso, no hay nada más lejos de la realidad. Se pudre mi estilo, si es que alguna vez llegué a tener algo que se le pareciera. Las palabras se escurren entre las galeradas y dudo cada vez más de la corrección e idoneidad de cada una de las teclas que presiono. Caigo en fórmulas manidas y preconcebidas de esas de las que abjuraba no hace tanto. Todos los titulares se parecen peligrosamente al de ayer y al de mañana. "Fulano exige a Mengano que...". "El Ministerio de Fulanismo alerta de la inminente...". "La crisis de los zutanos fuerza a menganear...". Y en ese plan. Cuando caigo en la cuenta de estos desvaríos busco palabras ignotas que encajan mal en el texto. Erratas al margen, desperdigo sin ton ni son signos de puntuación y aún me arrogo el derecho de sentar cátedra ante la becariada expectante. Algo no funciona bien cuando la profesión se convierte en el principal deformador (exterminador, me atrevería a decir) del idioma. Juro a la sufrida audiencia que mi intención era la de escribir con algo de donaire. Pero la prensa local no invita más que a una producción en masa, en la que se llenan páginas con mayor o menor acierto. Hay ciertas excepciones, a las que tildaría de resistencia numantina. Ahí tienen a Rafael Burgos, que aún se atreve a hablar de un "sol lechoso de horchata vahída", para hablar de un día nublado. O que ensalza la "paciencia de tabaco de liar" de un funcionario público. Brindo por él y durante la noche de hoy, a modo de penitencia, repetiré mis dos particulares letanías a este respecto. Necesito recuperar la palabra y el verbo exacto, bien en prensa escrita bien en el ciberespacio.

Después de este desorden impuesto, de esta prisa,
de esta urgente gramática
necesaria en que vivo,
vuelva a mí toda virgen la palabra precisa,
virgen el verbo exacto con el justo adjetivo.
Que cuando califique de
verde al monte, al prado,
repitiéndole al cielo su azul como a la mar,
mi corazón se sienta recién inaugurado
y mi lengua el inédito asombro de
crear.
(Rafael Alberti)


¡Intelijencia, dame
el nombre exacto
de las cosas!
... que mi palabra sea
la cosa misma creada
por mi
alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las
cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame el nombre
exacto,
y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!
(Juan Ramón Jiménez)

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Mr. Chance en la patronal

Las patronales y asociaciones empresariales de la provincia merecen una novela. Bufa, pero novela. Se trata del reino de las mediocridades y de las miserias compartidas. Con estas premisas a nadie le debe extrañar que ningún empresario de peso acuda a la primera fila de representación. De ahí que lleguen a lo más alto en estas bajuras muchos émulos de Mr. Chance Gardiner, aquel genial personaje interpretado por Peter Sellers. Una persona cuya única ambición es cuidar plantas, sin más entendederas ni inquietudes. En un absorbente final acaba a las puertas de la presidencia de los EEUU, como persona de consenso. Algo así ocurre en muchas asociaciones empresariales. Con sonrisas de monaguillos y modales de 'boy scout' se puede llegar a cualquier parte si nunca se ofende a la línea oficial. ¿Dónde está el empresariado de postín? ¿Dónde los Roig o los Solans que lideran estos colectivos en otras provincias? ¿Dónde las empresas de más facturación de Alicante? Ni en patronales ni en cámaras los verán.
Mientras Mr. Chance, sin decir ni hacer ni decir nada brillante, sigue escalando posiciones. Ahora bien, prefiero a Mr. Chance que al Dr. Strangelove que habita en alguna Cámara de Comercio.
¿Y los periodistas? La mayoría ignora estas cuestiones. Los que las conocen suelen estar atados de pies y manos. Y los que no, atacan a destiempo y sin paracaídas.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Son los contenidos, estúpido

Muchas veces nos hemos maravillado de que Julio Verne o HG Wells intuyeran con décadas de adelanto los derroteros por los que iría la ciencia. Hay muchos que aseguran que todo lo que ha descubierto un ser humano, otro lo había imaginado antes. Sin embargo, es muy curioso que las dos grandes novedades tecnológicas de los últimos años no aparecieran en ninguna obra de ciencia ficción que yo conozca. A saber: la telefonía móvil e Internet. La mayoría de los escritores del género buscaron la nueva mente del emperador y hay 1.001 libros sobre inteligencia artificial, un área que no se ha desarrollado como se esperaba. Pasaron 1984, 1999 y 2001, llegaremos a 2010, pero Marte y los viajes espaciales parece que se alejan. El sueño de las estrellas acabó sepultado bajo toneladas de burocracia y de embrutecimiento. Tampoco he visto muchos teléfonos con televisión, ni teletransporte, ni la ciudad de la que se fugaba Logan y que poblaba mis sueños de adolescencia.
Por el contrario, la blogosfera en la que ahora doy mis primeros -y titubeantes- pasos sí que tuvo su antecedentes, en la saga de Ender. Es curioso que el maestro Scott Card intuyera las posibilidades de una red mundial a la que todo el mundo pudiera conectarse y verter sus opiniones. También intuyó que esas redes seleccionarían a sus propios líderes.
La falta de días libres hace que cuando tengo horas muertas me dedique a las más fútiles tareas. Así, he pasado dos días hurgando en blogs ajenos, como un 'voyeur' que observa por ventanas del vecindario. Sólo en Blogger hay más de 1.600 personas de Alicante que comparten ese diario silencioso, común y, sobre todo, desinteresado y generoso. La mayoría casi no tienen comentarios, y 'Prensados' no es una excepción. Otros son auténticos baluartes de las interactividad y el concepto de comunidad. De esos 1.600 pase, por recomendaciones, a todas las partes del mundo y a casi todas las inquietudes. Lloré con señoras mayores que cuentan su rutina, flipe con la adolescencia pasota, orgullosa e impredecible, y encontré un millar de personas a la que les gusta debatir sobre el periodismo. Valores elevados, gentiles, egoístas, estúpidos y hasta tántricos. Como la vida misma.
Cuando alguien me vuelva a hablar de la crisis por la que pasa mi profesión, recordaré este fin de semana de inmersión tecnológica. Hay una creación y demanda de contenidos mayor que en ningún momento de la Historia. Ficción y no ficción. Y estoy convencido de que los profesionales en la generación de contenidos que no se cierren en banda a nuevas formas de expresión y tendencias siempre tendrán un hueco.
La blogosfera nos quiere, aunque no lo parezca.

PD. De todos modos, mi inmersión tecnológica tiene sus límites y en este diario mudo no veréis muchas fotos y vídeos. Que uno es carlista por estética, como Valle Inclán

Ahogados en el desierto

Dentro de la larga lista de debates estridentes, estresantes y estériles que asolan la provincia de Alicante, el del agua es el peor. No hay político que vea un micrófono delante y evite dar su particular visión. El mensaje que llega al micrófono es más simple que el de Tata Golosa: la culpa es de los otros. Y tanto el PP como el PSOE se pasan por el forro a las instituciones y el sistema de licitaciones. Los proyectos aprobados se torpedean hasta que caen, ya sean desaladoras o trasvases. Parece que por insistencia, y machacando al personal, los 'populares' han logrado llevarse el gato de los votos al agua, pero todos tienen mucho que callar. Como los regantes cuyos negocios están más en la promoción de polígonos industriales y en pelotazos urbanísticos que en los nabos y zanahorias, como antaño. Mientras, el PSPV no logra articular un discurso mínimamente coherente, y los alcaldes que le quedan hacen de su capa un sayo. Por no hablar de los talibanes, tipo Eladio Aniorte (Asaja) o José María Marugán (Acuajúcar), que se desprestigian a sí mismos y a las entidades que rigen cada vez que hablan. Al menos este verano ha llovido un poco más. Esperemos que dure, pues la solución de la endémica carencia de agua de la provincia tendrá que llegar del cielo. Nuestros políticos, ni están ni se les espera. Como mucho, podrían vestirse con plumas y realizar alguna danza india. Sería más útil que el cansino debate del día a día. Y mucho más entretenido.

Mortal, aunque nos pese


Dentro de cien años puede que un niño abra un libro de texto (sí, aún tendremos libros) y lea a Francisco Umbral o sobre Francisco Umbral. Puede que entonces sepa sobre 'Mortal y rosa', entonces lea, y sienta ese rasguño en el corazón. Esa certeza de que algo no anda bien en esta vida que compartimos y que no hay mucho que podamos hacer. Puede que sienta el desgarro de una culpa que no se acaba de entender.
Incluso estudiará sus artículos, que tendrán un regusto costumbrista y añejo, como para nosotros Mesonero Romanos o Mariano José de Larra. Sin embargo, también verá afán de trascendencia, como ocurría sólo con Fígaro. Los historiadores rebuscarán entre los legajos de El Mundo para tratar de entender la enésima crisis finisecular de este país, que seguirá arrastrando su triste historia. Literatos y estudiosos de la lengua se perderán en los oscuros usos que hizo del idioma, esa herramienta dúctil a su antojo.
Ese pequeño de futuro incierto nada sabrá de casi todas las personas que hoy acaparan las portadas y los titulares. Los mendaces políticos, los nacionalistas patéticos, los portavoces histriónicos serán olvidados por la historia con desdén inmisericorde. Y quedará Umbral y 'Mortal y rosa'.
Las noticias nos afectan de modo curioso y extraño. Un avión cae en la India, una matanza sacude Irak o muere un futbolista sin que mis anestesiados ojos sientan mella. Pero saber que mis mañanas se han quedado huérfanas de madre (de padre aún tengo a Forges), me ha aturdido.
Me había acostumbrado al lujo de tanta columna tras columna. Tras columna.

Coplas al traslado de Paco

Como suele pasar con las personas con las que sintonizamos, mil y una veces no estuve de acuerdo con él. Francisco Pascual trasciende el periodismo alicantino y muchos son los que los que lo van a echar de menos, sobre todos los buenos lectores de prensa, entre los que también me incluyo. Ha sido fichado para tareas de esas de próceres, en Madrid. Verá naves ardiendo más allá de Orión, y esas cosas de la capital. Desde esta humilde atalaya alicantina que nadie leerá puedo decir que Paco (Paquito, que diría alguien equivocado por su escasa estatura) es uno de esos raros espécimenes de periodista que todavía guarda el perfume de antaño, del romanticismo que se le presupone a esta profesión, con escasos 32 años recién cumplidos. Como redactor le vi escribir noticias como dicen algunos manuales que debe hacerse (no Martínez Albertos, Dios nos libre), ora en sucesos ora en economía. Texto atractivo, bien explicado, atrayente y con claves propias. Superando la mera descripción de la actualidad pero respetando las más escrupulosas normas de rigor informativo. Como redactor-jefe en la delegación de El Mundo en Alicante vi cómo supo plantear con tino el posicionamiento del periódico en temas complejos, incluida la CAM, ese nido de víboras. Puso en el candelero un cuadernillo que iba a la deriva tras pasar por manos que más bien parecían pezuñas. De su pluma no se libró ni el presidente de la Generalitat (al que llamó tortuga), ni el de la oposición (cangrejo). O el 'sheriff' de la Cámara de Comercio, el conseller que robaba a las monjas, los responsables suicidas del PSPV, los grabados y los grabadores de diversos casos de corrupción, los diputados y sus diputaciones y un largo etcétera.
A pesar de su adusto carácter castellano supo ganarse muchas lealtades inquebrantables y algún que otro odio eterno. En cualquier caso, este texto empieza a sonar a obituario y nada más lejos de la realidad. Es sólo un aplauso en un tránsito a más, con todos los aciertos y algún fallo que deja por el camino. Esperemos que en Madrid no nos lo estropeen. Ni siquiera periodísticamente.
Buena suerte, amigo. Los que van a morir te saludan.

PD. Recomiendo su último artículo de la edición local de Alicante publicado el pasado 31 de agosto. Toda una colleja al ex alcalde de Elche y presidente del PSPV, Diego Macià, para que se acuerde. La verdad es que de Maciá podría decirse como en aquel soneto: "fuese y no hubo nada".