lunes, 28 de julio de 2008

El 'glamour'

No lo puedo evitar. Me encandilan las candilejas de la capital. Me emociono con ruedas de prensa como si becario volviera a ser. Me da igual que Pedro Solbes nos regalara en el Ministerio de Economía un plantón de 90 minutos de pie. O que el retrato del Marques de Pidal que engalanaba la sala luciera un indiscreto boquete (las cosas de la crisis). Que no se le entienda en muchos casos. Que en la Comisión de Economía del Congreso sus señorías firmen asistencia como si malos estudiantes de la privada fueran. Que Martínez Pujalte siga haciendo los chistes malos que le veía en la 'terreta'. Que el debate nacionalista lo anegue todo mientras las cifras de la crisis siguen impertérritas a los desdenes oficiales. Me encandilan.

Así somos los de comarca, nano.

domingo, 27 de julio de 2008

Tener Tre

El otro día fue perseguido en el Clan Cabaret de Alicante por el protón, el fotón y el fotofosfito, por el imperio otomano y por 12 millones de toneladas de turrón de Jijona. Estaba con mi amigo Héctor, que es hosco como Mahler, pero muy buena gente. Así que les espeté a todos que me dieran un respiro. Aquí lo tienen:



viernes, 25 de julio de 2008

Botinglish

Para aquellos que dicen que sin inglés no se puede triunfar....




Para aquellos que creen que no se pueden gastar bromejas con los grandes 'popes'...

viernes, 18 de julio de 2008

Ja, ja, ja

Tengo un problema con las nuevas tecnologías. Bueno en realidad tengo varios. El último con el que me he topado habita en los chats, facebooks, messengers y programas de la misma calaña. Me he dando cuenta de que me he hecho algo mayor, ya que hay partes de las conversaciones que se entablan con estos inventos del diablo que se me escapan. No es sólo cuestión de que los 'emoticonos' (pongo la comilla simple con la poca vergüenza que me queda) me resbalen. No es que no sepa como decorar mis mensajes con tormentas de bits de colores y sonidos ajustados al sistema.

No. Es que no sé reírme por internet. Los mensajes que llegan están llenos de carcajadas que no entiendo. Me siento absurdo escribiendo ja, ja, ja. Tampoco en Navidad me saldrá el ho, ho, ho. Así escrito. Tan estéril. Tan frío. Es como querer cambiar un beso pasional por un muacks. Incluso peor.

Cuando alguien río de verdad lo hace con toda la cara, casi con el cuerpo al completo. Lo de menos es el sonido que sale de los labios. Cuando alguien ríe de verdad llena los ojos de infancia o de picardía. Y gana un par de minutos de vida de esos que perdió con el trabajo y los excesos. Así que cada vez que escribo un ja, ja, ja me siento un poco un impostor. Como un redactor de Economía que no sabe de economía o un profesor del latín que no pasó del rosae.

Ya ven, sólo es una limitación más que llevarme a la mochila. Je.

jueves, 17 de julio de 2008

Mandangas fiscales

En mis primeros días capitalinos me he topado con las balanzas fiscales. Esta bonita polémica que ha concitado tanto en el Ministerio de Economía como en el Instituto de Estudios Fiscales más medios que el inminente fichaje de Cristiano Ronaldo. Después de las farragosas explicaciones técnicas y la diatriba que entrañan hay cierto tufo a camelo. A engañifa. A mandanga, que gustaba decir mi abuelo con esa retranca suya tan extremeña.

La elaboración de estas balanzas, en sus numerosas vertientes y con sus múltiples variables, tienen un punto esotérico. Arcanas palabras de Solbes. A fin de cuentas, tratan de calibrar e imputar a cada región los ingresos y los gastos que generan las inversiones del Gobierno. Pero ¿cómo imputar un kilómetro del AVE en Soria, donde no hay parada? ¿Dónde se genera la riqueza? ¿Con el trabajador, con la sede de la empresa, con los accionistas? Todo ello sin contar con que los territorios no pagan impuestos, lo hacen los ciudadanos y las rentas altas de cada zona son las que pagan a las bajas. Así debe ser, salvo que estemos tan embebidos mirando nuestro ombligo que hayamos olvidado incluso esto. Donde hay más rentas altas, pues más se aporta. Parece algo básico, de fácil comprensión, si olvidamos -claro- los últimos 20 años de historia de España.

En la Comunidad Valenciana parecen haberlo olvidado también pues, después de décadas criticando la insolidaridad de Cataluña, en cuanto se han empezado a repartir los garbanzos, el Consell y Camps han clamado con los que les corresponden de más. Actualmente no hay ningún partido político en España que defienda una auténtica vertebración del Estado y un modelo global con las miras puestas en Europa. Y no en el terruño y sus consecuencias electorales.

Y en esas estamos, publicando unas balanzas fiscales que deberían permanecer como en el resto del mundo en el ámbito académico, alejadas de auténticas negociaciones sobre financiación como las que empiezan formalmente el martes. Negociaciones que más tienen que ver con un regateo en el zoco de Marraquech, en el que se pondrán sobre el tapete los congresos de cada partido, el mapa electoral y al final, cuando todo se intenté arreglar con un café para todos a cuenta del Estado, brindarán con chai.

Mientras, en vez de hablar de la galopante crisis que toda la capacidad gubernamental quería ignorar hace dos meses, nos perdemos entre los decimales perdidos de esas arcanas balanzas fiscales. Mandangas, que diría mi abuelo.

lunes, 14 de julio de 2008

Fundación e Imperio

¿Cómo explicar el terremoto que me ha sacudido estas últimas semanas? No tengo palabras para detallar cómo se mueve el suelo bajo mis pies.

Se me ha ido mi padre, la persona que más ha marcado todos los aspectos de mi vida. A quien tanto admiraba y quería. A quien deseaba y temía parecerme. De quien no pude despedirme. Quien tanto sufrió los últimos meses.

Al mismo tiempo, me he ido de Alicante y he abandonado mi caparazón de los últimos ocho años. Un lugar donde encontré a los mejores amigos y unos compañeros excepcionales. Un lugar donde me sentía conectado e imbricado a una colectividad.

Todo cambia. Todo muta pero mis temores permanecen inalterables. Sólo que ahora veo menos asideros a los que agarrarme. En Madrid comienzo una nueva fase vital.

Deseadme suerte, que me va a hacer falta.