martes, 29 de abril de 2008

¿Se pueden perder 6.000 personas en el centro de Alicante?


Parece ser que sí, a tenor del escasísimo seguimiento que ha tenido la manifestación del pasado sábado organizada por grupos pro catalanistas. Quienes me conocen saben cuánto me desagradan este tipo de movimientos. Pero ello no es óbice para que se les arrincone mediáticamente. Ni una línea en Información y un faldón en Las Provincias, dos diarios de mucha paginación, no dejan de sorprenderme. Sobre todo si se tiene en cuenta lo difícil que es ver grandes movilizaciones en una ciudad apática como Alicante, como a buen seguro podremos comprobar el próximo 1 de mayo.
De todos modos, a nosotros casi se nos escapa por el escaso anuncio que se hizo del evento (menos mal que Antoni Rubio estuvo al quite). Y eso que contaba con figuras de alcance nacional como Puigcercos. También tendrán que hacérselo mirar.

Libérrimos

De un tiempo a esta parte la palabra liberal resuena por todas partes. Para sorpresa de propios y extraños.

Por un lado, de los gobernantes. Ahí tienen al muy liberal gobierno de la Generalitat Valenciana, que con una interpretación cabalística de Adam Smith posee el 20% de un parque temático, acaba de expulsar a los propietarios de Kelme, vía pelotazo urbanístico para liderar una empresa del calzado, y no duda en quitar y poner cromos en las cajas de ahorros y las patronales.

Por otro lado, está el liberalismo de los empresarios. Los de la construcción, que después de crecer a un ritmo de beneficios del 20% anual (como se puede ver en los estudios de KPMG), claman por ayudas publicas en tiempos de recesión. Si no, avisan, habrá mas paro. ¡Menudo rostro! No les vi redistribuir la riqueza los pasados años.

El otro día, con motivo de la presentación de la feria Inmopoli, el organizador llegó a atribuir la crisis a los vendedores de segunda vivienda, que ponían sus pisos al mismo nivel que la vivienda nueva. Y claro, el mercado "se distorsionaba" y los honrados constructores menguaban alforjas. Qué curioso liberalismo el español, en el que se aplaude la valentía del empresario que se forra, pero que censura al ciudadano que quiere sacarse cuatro perras con la venta de su pisito.

Dicho lo cual, a ver si aprendemos todos y quienes quieran invertir, que se dediquen a la bolsa y no a la vivienda. Especular con la vivienda es hacerlo con un derecho básico. Vamos, como hacerlo con el aire.

Para el club de fans de Luis Aguilé


Mundo ombligo

Cuando tuve la suerte de estudiar en el extranjero coincidí en mi postgrado con periodistas de Uganda, Tanzania y Sudáfrica. Todos ellos caminaban siempre con el estigma de tener que justificar su procedencia de forma constante. Estaban muy preparados, más que yo y mi prepotencia, y hablaban un inglés que daba la mil vueltas a mis leves escarceos con el idioma de Shakesperare. Jack Meena, Thabo Mabaso, William Gnumede y Ronald Kayanja en aquellos tiempos me daban lecciones en cuanto a educación y conocimientos de la vida. Supongo que aún hoy lo harían. Eran habituales los debates sobre la tragedia que se cernía sobre África. Todos ellos se quejaban amargamente de que en Europa solo veíamos lo malo y lo anecdótico que tiene África, que es mucho, pero que no es lo único. Que estábamos tan sumidos en nosotros mismos que no nos dábamos cuenta de los injustos que éramos. "No lo veis", venían a decir al quejarse de cómo se reducía a la anécdota todo aquello que no se conoce.

Con el tiempo he visto que tenían mucha razón. Pero el fenómeno es mucho mayor, y va de lo más pequeño a lo general. Vivimos en pequeñas cancelas, en unidades habitacionales que llamamos ciudades o provincias o regiones o autonomías o países. Que son los nuestros y nos gustan. Lo demás, es anécdota. Es chanza, es lugar común y, como mucho, llega a pintoresco. Y nos da igual enfangarnos en nuestra ignorancia.

Por supuesto no tendré el mal gusto de buscar paralelismos con África, pero cada día repito aquella letanía que me enseñaron mis amigos africanos: "no lo ven". Las redacciones de Madrid no son centrípetas por vicio. Es simplemente que lo que acontece en la Villa y Corte es tanto que les impide ver las pobladas provincias de alrededor. Y a mis estimados compañeros de Valencia les pasa lo mismo. No lo ven. No son conscientes de la diversidad de la Comunidad Valencia y no otean mas allá de Picanya. Orihuela y Torrevieja les suena a algo cercano a Orión, a pesar de ser dos de las mayores ciudades de la autonomía. Acudir a Pinoso les parece algo así como ir de picnic al averno.

El más claro ejemplo lo padezco a diario con la web de El Mundo de Comunidad Valenciana. Son mis compañeros, son buenos profesionales, pero no lo ven. Quizá les hayan intoxicado con manuales de esos que quieren reinventar el periodismo y que caducan cada seis meses. Quizá sea la fuerza gravitatoria del Cap i Casal. El caso es que no lo ven. Para ellos Alicante es un compendio de asesinatos, violaciones, fiestas populares y freaks de tomo y lomo. Y de todo eso hay a raudales. Pero no solo. No les interesa lo mas mínimo la gestión diaria y elaborada de la provincia. Las batallas políticas y financieras que se desarrollan. Los proyectos que se gestan por y para un millón y medio de personas y aproximadamente la mitad de las ventas y la facturación de la empresa. No.

Somos anécdota y desde Valencia no ven que puede haber vida detrás del chascarrillo. De hecho, el chascarrilo es efímero, evanescente, y deja poco poso tras de . Si se da hueco a todo lo demás se ofrecerá una visión mas rica y atractiva.

Pero claro, si no se hace con África, difícilmente se hará con Algorfa. Se trata de un fenómeno del que yo probablemente sea cómplice y no trate con la sensibilidad suficiente lo que ocurre en La Montaña, sumido como estoy en la capitalidad de este culo del mundo llamado Alicante.

Vivimos en un mundo cuyo ombligo crece y crece. Tanto, que ya no sabemos lo que es mundo y lo que es ombligo. Puede que el ombligo nos engulla a todos. Incluida la red de redes. Puede que entonces, deglutido ya, puede realmente opinar sobre lo que pasa en África y abroncar a mis compañeros de Internet.

O podríamos hacer todos un pequeño esfuerzo por entender al prójimo. Necesitamos una lección de otredad

domingo, 27 de abril de 2008

El día que Camps debió abandonar la política

El Molt Honorable ha conseguido convencer de su misión divina hasta al diario El País, siempre ávido de buscar virreyes en el PP. Quizá tenga razón, quizá esté asistiendo al nacimiento de un líder político que pasará a la Historia de este país. Quizá el nombre de Francisco Camps brille con letras de oro en los libros de texto. Por este motivo, porque quizá pase, voy a narrar el día que pensé que su carrera política había tocado a su fin.

Un tórrido mes de agosto de 2002, la barbarie de ETA volvió a golpear Alicante. Se llevó a una pequeña de Santa Pola. Dentro de esta estrategia de causar el mayor terror y daño posible, avisó de que había más bombas. Una estalló en una hamburguesería en Torrevieja. La otra, se avisaba que explotaría en la playa de Santa Pola. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado evacuaron la zona. La tensión de la jornada fue increíble. Un pequeño redactor como yo se sentía perdido y anegado en medio del marasmo.

No se encontró nada y a las 24 horas se reabrió la zona a los bañistas. En ese momento fueron constantes las altaneras llamadas a no ceder al chantaje del terrorismo. Y se insistió hasta la saciedad en que no se producirían efectos en el turismo por las campaña de terror iniciada por los asesinos.

Poco después se produjo una llamada de los terroristas concretando el lugar donde se había enterrado la bomba. Y ahí estaba, en medio de la playa, en el corazón turístico de Alicante. Con mucha gente sobre ella por las prisas en desdeñar cualquier problema a los turistas. Y su negro corazón de muerte en perfecto estado.

El teletipo de la jornada del 12 de agosto rezaba así: El grupo de artificieros de la Guardia Civil ha localizado una bomba escondida en la Gran Playa de Santa Pola (Alicante) cargada con cinco kilos de explosivo y sepultada a un metro y medio de la superficie. La potencia del artefacto era la misma que la del que explotó el viernes en una hamburguesería, se encontraba escondido en una mochila y en el mismo lugar que los terroristas dijeron en su segundo aviso de ayer. Los trabajos de búsqueda se reanudaron ayer a las 16.30 cuando un interlocutor anónimo llamaba al servicio de asistencia DYA de Vitoria insistiendo en la colocación de una bomba en el palmeral cercano a la discoteca Elcano, situada en la arena de la Gran Playa.

La persona que más se destacó esos días al acelerar la apertura de la playa, de minusvalorar el riesgo, fue el delegado del Gobierno de aquel momento, Francisco Camps. Le habían colocado en ese cargo como preparación para su salto al Palau de la Generalitat, mientras Zaplana probaba suerte en Madrid (y la perdía) y Olivas calentaba el asiento.

Ese día pensé que la carrera política de ese atildado y espigado delegado se había acabado. Fuera justo o no, había puesto en peligro la vida de algún turista con mala fortuna. Por las prisas de dar sensación de normalidad, lícita pero peligrosa, se precipitó. Y él fue perfectamente consciente de su error ya que desapareció de la vida pública durante un mes y medio. Este país tiene poca memoria y gusta de fagocitar la actualidad. Y todo se olvidó.

Nada pasó. Y ahí tienen al flamante jefe del Consell al que, en su entorno, no conocen mácula. Sin embargo en 2002, puso en riesgo de forma innecesaria vidas humanas. Por supuesto que el único responsable de las muertes en un atentado terrorista es el criminal. Pero la labor del gestor público tiene que ser fiscalizada. No todo vale. No se lucha contra el terror alentando al personal a seguir de vacaciones sin tener todas las seguridades del mundo.

Nunca he entendido que en cada atentado en zona turística se considere un éxito que todo el mundo siga bebiendo daikiris como si nada hubiera pasado. Si alguien muere cerca, no le honro si me embadurno de crema solar para tostarme a la parrilla del estío. A veces el duelo es importante. El dolor es compartido y el daño turístico pasa a un segundo plano. Eso es algo comúnmente aceptado. Nadie salvo los políticos tuvieron prisas en reabrir las playas sin tener en su mano todas las garantías de seguridad. Nadie asumió responsabilidad alguna. En otros países hubiera sido un escándalo. Aquí, ni El País lo recuerda.

viernes, 25 de abril de 2008

Espejismos de papel

La novela Mercado de espejismos (2007), del gaditano Felipe Benítez Reyes, no tiene mucho que ver con el periodismo, pero se nota que a su autor el particular aroma de las redacciones no le es ajeno. A fin de cuentas, fue a él a quien leí la comparación que creo que más se ajusta a la prensa de provincias. Si lees un rotativo de una región que no dominas, es como leer un manual de mecánica en idioma extranjero y empezando por la mitad (más o menos). Con tanto "fulano insta a mengano", "zutano exige el desbloqueo del plan X", etc.
A continuación otras reflexiones sobre el gremio:

"Me zambullí en ese mar de papel que cifra un simple día del mundo, con su oleada de noticias casi nunca buenas, con su clima de naufragio general, porque los periódicos son el megáfono del tremendismo: varios muertos en accidentes de tráfico, decenas de miles víctimas a causa de un maremoto, enfermedades nuevas, alguien pierde un brazo en la fábrica, alguien ha decidido asesinar... "Esto podría haberme pasado a mí", piensa uno. "Y es posible que me pase mañana". Y así se nos fuga la vida, que es más supervivencia que otra cosa".

"Bajé a comprar el periódico para enterarme de los detalles de la muerte de Casares, pero no venía nada, porque los periódicos importantes se rebajan a informarnos de tragedias pequeñas, de los crímenes provincianos, de los horrores intrascendentes y municipales del día anterior, así hayan ocurrido en una aldea de media docena de habitantes, pero al día siguiente todo ese remolino de sangre baladí deja de interesarles por completo, porque la realidad ha renovado el catálogo de tragedias, de crímenes, de horrores triviales y no hay sitio para tanto, de modo que las hemerotecas están llenas de novelas inacabadas que comienzan con el descubrimiento de un cadáver".

jueves, 24 de abril de 2008

Un pelotazo, por favor

La primera vez que escribí la palabra pelotazo en un texto sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Sería inminente la querella? ¿Almorzaría en Fontcalent? ¿Se tambalearían los muros de la sociedad alicantina? Eran los tiempos en que mi buen compadre Cristóbal Toledo y yo publicamos y publicamos sobre la Fundación Aragonés, el expolio de aquellos terrenos en La Vila y la implicación de la familia de Zaplana. ¡Qué tiempos¡ Eso sí, por si no lo han adivinado, nada pasó.

Hoy, la palabra pelotazo es habitual. Corriente y moliente. Ha perdido el temor místico de aquellos tiempos. De hecho, se ha convertido casi en inevitable. Puede que en un futuro cercano, dada la falta de respeto que profesamos al diccionario, sea incluso un apelativo positivo. Si no me creen, observen:

A día de hoy, si se quiere relanzar al Hércules Club de Fútbol, sólo hay una opción: un buen pelotazo (de Enrique Ortiz) en los aledaños del campo. Si se pretende que Kelme no cierre y despida a 100 trabajadores, ahí están los saladares de Agua Amarga para su particular y rubicundo pelotazo (que tanteó Enrique Ortiz y que no descarta).
¿Se necesita VPO para jóvenes? ¿Hay crisis de la vivienda? Pues haberlo dicho antes, que tenemos aquí escondido un Plan Rabassa que destroza el urbanismo de la ciudad en un magnífico -¿adivinan?- pelotazo de -¿adivinan? Enrique Ortiz. No tiene agua acreditada ni parece la necesita. Pero, descuiden, dicen que no hay alternativa.

¿Quizá Terra Mítica padezca una suspensión de pagos? Pues hombre de Dios, ¿pero no ve usted ahí los 200.000 metros cuadrados expropiados por la Generalitat a precio de risa y comprados, en un suculento pelotazo, por todo un 'gourmet' de estas lides como Enrique Ortiz?


Y así con todo. Hay otros protagonistas, aunque no tan asiduos, y otros proyectos. Como la llegada de El Corte Inglés a Elche y el tino de los familiares de Diego Macià. Las torres de Ballester, los campos de golf que quieren regar en el seco interior de la provincia. Y un etcétera que hunde las posibilidades de regeneración de la provincia.

¿Hay alguien que no quiera viviendas para jóvenes, al Hércules en primera, que se salven los puestos de trabajo de Terra Mïtica o que se resucite una marca como Kelme? Pocos serán los desaprensivos. Al final comulgaremos con ruedas de molino y con el alicatado de los adosados y aplaudiremos los pelotazos.

Es un mal trago. Pero con el pelotazo que me voy a endilgar (de ginebra, claro), entra mejor.

miércoles, 23 de abril de 2008

Estrellitas de Orión

No hay peor mal en esta profesión que el excesivo afán de protagonismo de muchos de sus componentes. Hay tantas vedettes como para hacer palidecer al mismo Moulin Rouge. A veces me siento como un replicante que lanza una paloma al aire y dice aquello de "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión". Pues en ese plan.

He visto redactoras copiar artículos de Internet para publicarlos sin tan siquiera comprobar que tenían lustros de antigüedad. Y después dar lecciones de ética y estética a quien pasara por delante.

He visto responsables informativos elevar el escaqueo al nivel de una de las finas artes. Y después salir reforzados como profesionales y ejercer durante años la portavocía de la profesión.

He visto a fotógrafos dedicados en cuerpo y alma sucia a envilecer el ambiente de trabajo y demostrar su pericia a costa del compañero, especialmente si es alguien débil o falto de protección contractual. Y después son los más reivindicativos sindicalmente hablando, camaradas.

He visto delegados deportivos que hacen sus crónicas desde el televisor. He visto artículos sobre hoteles que dependen del lugar donde pasó el fin de semana un encargado de área. El mismo que se rasga las vestiduras por la falta de gancho de un diario.

He visto a redactores financieros perder la noción de sí mismos, olvidar su profesión y sentirse uno más entre sus potentadas fuentes, cuando, a lo sumo, llegan a ser palmeros de la oligarquía.

He visto arrogancia en la mirada de quien sabe que sus artículos causan revuelo en pequeñas áreas del mundo local, aunque a escasos kilómetros ya nadie entienda lo que se escribe ni su trascendencia.

He visto falta de autocrítica en la profesión que se vanagloria de su independencia. He visto servilismo, he visto soberbia, falta de perspectiva, periodistas con carné de partido, redactores que jalean las victorias electorales en Tollos. He visto cosas que no creeríais. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Y cuando me planteaba emular a Roy Batty, y decir "es hora de morir" (profesionalmente, se entiende) , he tenido la suerte de que la UMH me invite a dar una charla a su Facultad de Periodismo.

Ha sido mi primera experiencia como conferenciante. Muy enriquecedora para mí y un autentico sopor para los valientes -pocos- que no han abandonado el aula. Pero allí he visto miradas curiosas, espontáneas, escépticas y talentosas, que se abrían paso entre los bostezos, la desidia, las hormonas y un conferenciante aturullado. Miradas que aún no han visto cosas que no quieren. Con preguntas que servidor se hacía una década y pico y a las que debería seguir buscando respuesta.
Así que, de momento, me quedo con la paloma.

lunes, 21 de abril de 2008

Un viejo que...

"Llegaban más colonos, ahora llamados con promesas de desarrollo ganadero y maderero. Con ellos llegaba también el alcohol desprovisto de ritual y, por ende, la degeneración de los más débiles".

"Malhumorado, se puso la dentadura postiza y masticó los secos pedazos de hígado. Muchas veces escucho decir que con los años llega la sabiduría, y esperó, confiando en que tal sabiduría le entregara lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que éstos tendían a menudo".

"- ¿Verdad qué sabes leer, compadre?
- Algo.
¿Y qué estás leyendo?
-Una novela. Pero quédate callado. Si hablas se mueven la llama y a mí se me mueven las letras.
El otro se alejo para no estorbar, mas era tal la atención que el viejo dispensaba al libro, que no soportó quedar al margen.
- ¿De qué trata?
- Del amor.
Ante la respuesta del viejo, el otro se acercó con renovado interés.
- No jodas. ¿Con hembras ricas, calentonas?
El viejo cerró de sopetón el libro haciendo vacilar la llama.
- No. Se trata del otro amor. Del que duele."

"Recuerda que no eres un cazador, porque tú mismo has rechazado siempre ese calificativo, y los felinos siguen al verdadero cazador, al olor del miedo y a verga parada que los auténticos cazadores emanan. no eres cazador. Muchas veces los habitantes de El Idilio hablan de ti llamándote El Cazador, y les respondes que eso no es cierto, porque los cazadores matan para vencer el miedo que los enloquece y les pudre por dentro".

Estos son unos breves párrafos para recomendar la novela Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda (1989). Eso que los cursis llamarían un libro delicioso y breve y que no puedo más que recomendar efusivamente.

viernes, 18 de abril de 2008

La falsa sensación de seguridad


Esta mañana he vuelto a asistir a uno de los muchos rituales que no entiendo. Para viajar de Madrid a Alicante en tren hay que soportar largas colas para pasar por un detector el equipaje. Después hay un puñado de estaciones y 400 kilómetros de vía férrea sin vigilar donde un eventual terrorista tendría un objetivo idóneo. Si viajar en tren se rodea de sinrazón, ni les cuento el avión. He de confesar que me molesta sobremanera tener que descalzarme, quitarme el cinturón y renunciar a llevar líquido encima. Buscamos una falsa sensación de seguridad que no se sostiene.

Por que quien pretende hacer daño tiene ante sí un arsenal caso infinito de situaciones trágicas. Por más detectores que se pongan y aunque me quiten hasta los empastes al montar en un avión, se deben aplicar medidas racionales que no hagan que se pierda una forma de entender el mundo por el hecho de que haya gente que no lo comparta. Habrá ataques, sin duda, pero dudo de que este tipo de medidas sean las realmente necesarias. No planteo un quedarse parados, por supuesto, pero sí la aplicación de un mayor raciocinio.

Anhelamos una falsa sensación de seguridad. Ver a agentes armados a nuestro alrededor, desfibriladores en los centros comerciales, un ejército de CSI con tubos de ensayo, yogures contra el colesterol y controles en la carretera. Se trata de asideros con los que pensamos que estamos en un mundo seguro, en el que se pueden hacer planes y proyectos a largo plazo. En el que llevaremos adelante la vida de nuestros sueños.

Pero pecamos de presunción. Olvidamos la precariedad en la que nos movemos. Por supuesto que hay que hacer esos planes y proyectos, pero sin perder la perspectiva de que todo se puede ir al carajo. De hecho, el mundo tiene la terrible manía entrópica de irse al carajo. En cualquier momento, un coche sale de su carril y se lleva por delante un número indeterminado de vidas, y con ellas, otras muchas a las que están unidas. O, sin ir tan lejos, puede llegar un momento en el que una célula de tu cuerpo, sin que sepamos porqué, se torne en Némesis, en un enemigo interno que corroe por dentro. O simplemente se estaba en el lugar donde no se debía estar un segundo antes de lo aconsejable. Entonces todos los castillos en el aire que montamos, con sus arcos de seguridad, sus detectores, sus chequeos médicos, se van a hacer puñetas.

La incertidumbre nos acompañará siempre y no hay nada que se pueda hacer, salvo todos los esfuerzos del mundo por alejarse de esa incertidumbre.

miércoles, 16 de abril de 2008

Más cintura, señor Camps



He encontrado este vídeo de hace un par de meses y no he podido resistirme a colgarlo. Revelador.

Final alternativo de "Soy Leyenda"


Hay finales alternativos que obligan a replantear toda una película. No sé muy bien qué hace que se apueste por una versión o por otra, aunque creo que, en este caso, yo hubiera preferido la descartada. ¿Motivos narrativos, estéticos o comerciales? A saber. Además, no importa. Lo que cuenta es el resultado.
Es como la diferencia entre la película y el libro de 'El tercer hombre'. La variación de un solo párrafo del guión a la novela cambia todo el sentido y las trascendencia de lo escrito. Ambas soluciones son válidas y geniales.

La palabra exacta

En estos tiempos en los que un trasvase no es un trasvase, sino un "transfusión de urgencia". En días en los que el aumento del paro es un "ajuste" del mercado laboral. En momentos en los que ya ni siquiera hablamos de los "daños colaterales" de las "guerras preventivas" de sucios rincones del mundo. En un lapso de tiempo en el que llevarse la producción de la industria a países subdesarrollados para pagar menos es "internacionalizar" o "deslocalizar". En un instante en el que la única forma de salir de la crisis es reducir el salario del trabajador y "flexibilizar" la contratación, o sea, facilitar el despido. En una provincia donde no hay abusos urbanísticos sino lógicos desajustes entre la oferta y la demanda de suelo.

Es, digo, en tiempos como el actual cuando hay que aferrarse al diccionario como una tabla de salvación ante la locura de la destrucción del idioma, de la vorágine deconstructora de los vocablos de la que soy cómplice. De la violación del verbo, de la profanación de los significados, del hurto del sintagma. Detrás de este saqueo hay todo un entramado de confusión y alteración de la conciencia colectiva.

Vivimos una época en la que los fontaneros políticos, dignos herederos de Pepe Gotera y Otilio, quieren convencernos con muchas repeticiones de ideas burdas. La realidad se torna de chicle y todo vale. Puede quemarse la Estación de Murcia que si se repite mucho que no ha ardido, hay quien tendrá las posaderas en carne viva y no lo verá. Y los aspirantes a gurú de los 'media', de esos que vieron demasiadas veces 'The West Wing', pero no entendieron nada, se creen legitimados a ser más intrépidos.

Insisto, en esta época los diccionarios y los viejos tratados son un asidero ante el descontrol, el desvarío y el desequilibrio mental en los que vivimos. Es un remedio ante todo lo que ya se explicó en 'No pienses en un elefante', de George Lakoff. Si no hay armas de destrucción de masiva, no las hay. Si hay sobrantes en el Ebro, no se pueden evaporar. O no se debe.

Hay conceptos que no podemos perder de vista:

Hay un fraude generalizado.
Una burla permanente.
Desdén a la audiencia.
Manipulación zafia.

sábado, 12 de abril de 2008

Gerundiando

En habiendo recibido cumplida crítica por lo poco que me están agradando los gerundios en los textos del periódico de algunos compañeros -considerando siempre las muchas veces que se cometen incorrecciones-, estoy reproduciendo en este blog el epígrafe que para el particular tiene reservado (o reservando) el libro de estilo de El Mundo.
Quedando ahí está eso.

gerundio No es correcto su uso en frases como «el ministro ha llegado hoy a Madrid, existiendo la posibilidad de que se entreviste con su homónimo español» o «los atracadores se apoderaron de 30 millones de pesetas, dándose a continuación a la fuga». En el primer caso debe escribirse «y existe la posibilidad ... »; en el segundo, «y se dieron a continuación ... ». Sólo cuando el gerundio expresa una acción simultánea a la del verbo principal y nos da cuenta del modo en que se realiza la acción del verbo principal es correcto su uso. Por ejemplo: «Muchísimas parejas bailaban sobre la pista, girando con circunspección para evitar los pisotones».

También puedo estar aportando la definición de la Academia.

Unas reglas de uso que, meditándolo, me parecen muy acertadas.

Y en acabando, una idea aplicada en Brasilia que me place.

Cachondeándome estoy.

viernes, 11 de abril de 2008

Recordatorio

En la Sexta Noticias he oído que en Beniarbeig y El Verger vuelven a edificar en zonas arrasadas por las últimas inundaciones. Igual ha llegado el momento de recordar estas imágenes.

jueves, 10 de abril de 2008

Cuidado con los 'ostrakones'

El escurridizo Eduardo Zaplana ha debido sentirse en los últimos meses como el general ateniense Arístides. El mismo que creó la figura del ostracismo. El “ostrakismòs” era una decisión que se tomaba en asamblea ciudadana para rechazar a determinadas a personas. Para ello debían escribir el nombre del aludido en el interior una concha de ostra (ostrakón). El lance podía acabar en destierro o en simple amonestación. Arístides, que era conocido como 'el justo', que promovió la unión entre las polis griegas y que fortaleció a la asamblea ateniense, acabó con muchas conchas con su nombre escritas y tuvo que abandonar la vida pública, tras las maniobras de Temístocles (siglo V a.C).

No vamos a decir aquí que Zaplana merezca el sobrenombre de 'el justo', que el pasado acumulado en los bolsillos pesa y los cadáveres en el patio trasero huelen. Pero no hay que bucear mucho en la memoria para recordar el predicamento que tenía entre sus acólitos. ¡Cómo le jaleaban! Tampoco diremos que uniera a las polis griegas, pero al menos hizo un importante esfuerzo vertebrador en una autonomía inventada como es la (mal llamada) valenciana. Un esfuerzo que se ha abandonado; ya veremos con qué consecuencias.

Zaplana, que ha sido un maestro en esas extrañas labores que hacen los partidos de puertas para adentro, ha quedado relegado a un papel secundario y de mucho tiempo libre que inquieta a sus más voraces enemigos. Mientras tanto, sus acólitos esperan el retorno del Cid, ungidos de sebastianismo. El PP se halla en plena efervescencia y es un momento digno de análisis y disfrute del espectáculo. Zaplana sufre hoy maniobras como las que antes prodigaba (ya desde su llegada al Ayuntamiento de Benidorm). Es tiempo de navajeo para ellos y palomitas para los redactores de provincias.

En medio de esta vorágine cada vez oigo más el nombre de Francisco Camps como la tercera vía que necesita el partido. Camps no es Temístocles, vencedor de la batalla de Salamina, por más que su estrecho círculo se afane en rodearle de una aureola mística. Casi sagrada. El resultado electoral de Camps es imponente, aunque el Molt Honorable necesita de muchas tablas más para tener aspiraciones nacionales. Si da ese paso antes de tiempo, hará del 'Principio de Peter' todo un arte. En la primera división hay muchas de las carencias que no podrían esconderse. Por ejemplo, el precario trato con los medios y el ausente debate en asamblea. No puede seguir esquivando a las Cortes, por una simple cuestión de higiene democrática.

Aunque Temístocles salvó Atenas, fue después mandado al destierro por un buen puñado de ostrakones. Son las cosas de la democracia y de un sistema de partidos caníbal. A fin de cuentas, los arqueólogos encontraron en el Ágora ateniense casi 2000 “ostrakones”. En la Comunidad Valenciana veo a muchos políticos haciendo cola en el 'súper', justo en la zona de mariscos.

miércoles, 9 de abril de 2008

En la Arcadia

El primer espada de la blogosfera de El Mundo ha tenido a bien centrarse en una noticia de Alicante. Ha tardado un rato en ubicarlo en el mapa. Arcadi Espada nos ha hecho el innombrable honor, aunque no ha dejado de enredarse en abstrusas reflexiones sobre un suceso ocurrido en Torrevieja, por otro lado narrado de forma bastante concisa. Supongo que las disquisiciones morales y semánticas del señor Espada y su análisis del diario desde dentro deben servir como acicate interior a todos los trabajadores. De todos modos, desde este humilde rincón del mapa agradeceríamos que Espada abandonara, aunque fuera por unos instantes, el puente de marfil entre Madrid y Barcelona, y se manchara las manos en las trincheras de la provincia. Bastante nos cuesta llevar el paso del sinfín de asesinatos que llenan esta escarpada geografía, como para buscarles tres pies al gato.
Deben ser cosas de próceres, que no se enteran de un carajo.

Aquí está el artículo de marras:
http://blogs.elmundo.es/elmundo/blogs/elmundopordentro/index.html

lunes, 7 de abril de 2008

'Mea culpa' de un director

La Audiencia Provincial de Alicante ha tenido la brillante ocurrencia de organizar una serie de charlas sobre la relación de los medios y la judicatura. Para aquellos de nosotros que el mundo judicial es más abstruso que la cábala, se trata de una iniciativa digna de agradecer (de hecho, patronales y cajas de ahorros podían tomar nota de lo realizado y ampliarlo al mundo económico). La charla inicial recayó en Juan Ramón Gil, director de Información.

El Información, para aquellos de fuera de Alicante, es el diario hegemónico en la provincia y uno de los más rentables de toda España. Y como tal, tiene una actitud arrogante que en muchas ocasiones se traslada en una presión obsesiva hacia las fuentes. En muchas ocasiones he sido muy crítico con este medio por esa actitud machacona. Por este motivo, me gustó tanto la charla de su director (cuya encíclica dominical, a qué negarlo, es de obligado cumplimiento en esta rincón del mapa).

Lo que hizo Juan Ramón Gil fue el entonar un mea culpa, no como medio o como periodista concreto, sino como portavoz ese día de una profesión tan sufrida. Aludió a la soberbia como uno de los principales males que nos aquejan, a la falta de criterio (o al criterio equivocado) a la hora de valorar las noticias y a la necesidad de recuperar la esencia del oficio. Y me convenció.

Hubo dos aspectos que me parecieron especialmente preclaros. Por un lado, la reflexión sobre lo complicado que es definir al periodista, y los males que ello conlleva. Él se queda con la de: "periodista es aquel cuyo trabajo consiste en contar los hechos relevantes y que sean ciertos, para lo cual aplica un método de trabajo objetivo dirigido precisamente a garantizar la veracidad de lo que va a contar". De manual. Pero en una semana en la que he tenido que discutir por mi falta de pericia para apostar por un caballo ganador, informativamente hablando, me alegra ver que las definiciones de manual todavía me parecen válidas.

Otro aspecto que me alegro escuchar es el de la falta de una memoria colectiva de la profesión. En el periodismo se envejece mal y envejecen pocos. Las deserciones se cuentan por cientos, y es comprensible. En muy pocos años he pasado de recibir lecciones a tener que impartirlas. Y dudo muy mucho de lo capacitado que esté para ello. Las personas de edad sólo sobreviven en medios públicos o en esas viejas señoras que son los grandes diarios de provincias, como es el caso del Información. Lo demás, está supeditado al entusiasmo y acierto de gente muy joven, para lo bueno y para lo malo. Lo cual no deja de ser descorazonador si se piensa en los años que tenemos por delante.

También hubo llamadas a una mayor exigencia del trabajo realizado y a la responsabilidad contraída. A veces, la montaña rusa en la que viajamos va tan rápido que perdemos la perspectiva de lo que hacemos. No somos tan importantes como nos quieren hacer creer, pero cada letra tecleada debe pesar sobre la conciencia de cada redactor, pues las consecuencias y la protección de la que goza el periodista así lo requieren.

Me alegra escuchar todo esto de la persona que rige el principal diario alicantino. En sus manos está el hacer de catalizador de estos principios, pues marca buena parte de la agenda local. Servidor, por su parte, renueva sus votos y comparte el mea culpa lanzado. Todos deberíamos hacerlo.

Húmedas mentiras

La guerra del agua es una gran mentira. Del tamaño del océano Pacífico, con todos los trasvases y desaladoras que quieran. Las opiniones cambian con una facilidad pasmosa, mientras las elecciones se suceden. Así, si uno pierde algo de tiempo en la red, puede ver vídeos de José María Marugán (dep) defendiendo con una vehemencia y pasión digna de toreros posiciones radicalmente opuestas sobre el trasvase del Júcar. Todo esto ya lo sabíamos, pero lo de las últimas semanas, ha sido de órdago.

Por un lado, tenemos a un buen número de representantes del PSOE y del PSC defendiendo los trasvases como una forma de garantizar el agua en tiempos de sequía. Sí, sí, pasándose por el forro la doctrina Narbona de los últimos cuatro años.

Al otro lado de la bancada, ahora tienen al PP, vía Consell, pidiendo que se aceleren las obras de las desaladoras que pueden afectar a ese engendro urbanístico llamado Plan Rabasa. O sea, clamando por aquellas "centrales nucleares del mar", en opinión del siempre flamante González Pons. Ahora sí, aquí sí, para dar la puntilla a la planificación de la ciudad de Alicante y arruinarla para las próximas décadas. En la planta proyectada en Torrevieja, sin embargo, que buena parte del agua va para los regantes, ésa no, que es muy mala. Ya ven, cosas de esta provincia.

Y los regantes del Vinalopó, ésos que gestionan los acuíferos más castigados de España, que están a punto de clausurar varias tomas por la salinidad, negocian con Danone para embotellar esa misma agua y venderla a euro la botella en toda España. Para regar no vale, pero el mercado 'gourmet', curiosamente, sí.

Todo esto sería cuestión de chufla si no fuera porque el problema del agua sí es real. Es lo único real, enterrado entre toneladas de discursos y escritos sobre la materia. Desde tiempos de los antiguos griegos se sabe que en el término medio está la virtud. Aquí lo mismo: un poquito de desalación, otro tanto de trasvase y el aderezo de los acuíferos y el problema se acaba. Claro, siempre que no sea el epicentro de una guerra política.