martes, 29 de abril de 2008

Libérrimos

De un tiempo a esta parte la palabra liberal resuena por todas partes. Para sorpresa de propios y extraños.

Por un lado, de los gobernantes. Ahí tienen al muy liberal gobierno de la Generalitat Valenciana, que con una interpretación cabalística de Adam Smith posee el 20% de un parque temático, acaba de expulsar a los propietarios de Kelme, vía pelotazo urbanístico para liderar una empresa del calzado, y no duda en quitar y poner cromos en las cajas de ahorros y las patronales.

Por otro lado, está el liberalismo de los empresarios. Los de la construcción, que después de crecer a un ritmo de beneficios del 20% anual (como se puede ver en los estudios de KPMG), claman por ayudas publicas en tiempos de recesión. Si no, avisan, habrá mas paro. ¡Menudo rostro! No les vi redistribuir la riqueza los pasados años.

El otro día, con motivo de la presentación de la feria Inmopoli, el organizador llegó a atribuir la crisis a los vendedores de segunda vivienda, que ponían sus pisos al mismo nivel que la vivienda nueva. Y claro, el mercado "se distorsionaba" y los honrados constructores menguaban alforjas. Qué curioso liberalismo el español, en el que se aplaude la valentía del empresario que se forra, pero que censura al ciudadano que quiere sacarse cuatro perras con la venta de su pisito.

Dicho lo cual, a ver si aprendemos todos y quienes quieran invertir, que se dediquen a la bolsa y no a la vivienda. Especular con la vivienda es hacerlo con un derecho básico. Vamos, como hacerlo con el aire.

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