martes, 20 de mayo de 2008

¿Hay alguien ahí?

El otro día escuché a alguien quejarse de que hoy en día todo el mundo escribe y nadie lee. Ya no es que releamos poco, que también, es que estamos todos -yo incluido- tan embebidos de nosotros mismos que cada vez se presta menos atención al prójimo. La siempre aguda bloguera Rocío Mendoza define este nuevo universo como la blogocosa. Y yo me pregunto: ¿Hay alguien ahí fuera en la blogocosa? Y voy más allá: ¿Hay alguien ahí fuera, dónde sea? Somos tantos los que hemos inundado la red de nuestros desvelos, que la navegación se torna dificultosa. ¿Pero nos leemos unos otros? ¿Sacamos realmente partido de este invento del demonio? Las más de las veces, nos vale con ver nuestro nombre o mote en negrita.

Actualmente no hay tiempo para leer la prensa por las mañanas (más allá de titulares y entradillas), dada la ingente oferta que se genera ¡sólo en la provincia de Alicante! Se publican cientos de libros todos los meses y se reeditan otros tantos. Mientras, en la red, como de un enorme monstruo se tratara, crecen y crecen los blogs que parecen interesantes, las páginas curiosas, las anotaciones mentales de: debo mirar bien esto, que se van a la papelera mental. Sin remisión. Muchos de los compañeros de la blogocosa se quejan de que nadie les comenta sus escritos. ¡Cómo lo vamos a hacer si estamos todos escribiendo nuestra bitácora, arrancándole horas al sueño!

Actualmente se quiere dar la sensación de que todo el mundo puede ser periodista, y no es así. El periodismo ciudadano es un hermoso complemento. Pero no va más allá, por más que los gurús de este y otro confín se empeñen.

También que se quiere dar la sensación de que todo el mundo puede ser narrador o poeta. Y tampoco (¡ay!) es así. Así que trataré de ser más selectivo a la hora de cebar a esta bestia de la red y trataré de recuperar lo que dijo el sabio:

"He dedicado una parte de mi vida a las letras, y creo que una forma de felicidad menor es la creación poética, o lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído. Emerson coincide con Montaigne en el hecho de que debemos leer únicamente lo que nos agrada, que un libro tiene que ser una forma de felicidad. Les debemos tanto a las letras. Yo he tratado más de releer que de leer, creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído. Yo tengo ese culto del libro". (Jorge Luis Borges)

Al menos, lo intentaré.

2 comentarios:

Rocío Mendoza dijo...

Suscribo todo, palabra por palabra. No todo el mundo puede ser periodista. Ya está bien!

Feroz dijo...

Si, la gente lee. Yo te leo. Si no, no estaría aquí.
A ti, a Vista cansada, a la Inquieta tentación, a estegatonocomeguiskas… y a algunos otros. Tu post me hace recordar un capítulo de Cosmos, en el que Sagan, a propósito de la ingenuidad humana de rastrear sólo una parte del universo con radio telescopios, nos compara con aquel borracho que perdió sus llaves y las busca a la luz de un farol en la calle. Sabe que no es allí donde las perdió, pero, ¡es el único sitio donde ve!
Esto es muy grande, querido Juan José. No hace falta que yo te lo diga. Sé que me dejo millones de bits sin leer en millones de blogs. Y películas sin ver, música sin escuchar… pero, ¡es el único sitio donde tengo luz!
Otra cosa es que sepa aprovechar la información que me dais, o la sepa ordenar en mi cabezota después de digerirlas.
Bien dices cuando señalas que hoy, cualquiera se cree periodista. Eso, en vuestra profesión, pero pégale una patada a una piedra, y te saldrán miles que te aseguran ser diseñadores por tener el Photoshop en el ordenador. Y miles de “informáticos” que se leen ocasionalmente el pc-computer. Y, en mi profesión, sin ir más lejos, cualquiera que se lea una revista de culturismo, se cree capaz de rehabilitar una lesión, a modo de terapeuta improvisado. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero es que esta absurda manía de no reconocer nuestras limitaciones, es una característica del españolito medio.
Yo mismo pensé lo vano de ponerle el nombre “poemas” a mis “poemas”. Pero pensé, ¡qué coño!, si tengo corazón, ¿porqué no usarlo? Si, si, ya sé que el nombre le viene un poco grande, pero, ¿acaso no puedo yo escribir (sin autodenominarme periodista) de una noticia de actualidad? ¿No puedo poner aceite al coche sin ser mecánico? Sé que un periodista escribiría mejor que yo, y un mecánico profesional me daría más garantías de tal o cual aceite. Asumiré entonces, que mis poemas, no son tanto, apenas trovas de andar en zapatillas. Asumiré que, para pastillas de freno para arriba, me voy a la Opel, y para enterarme cómo va el mundo, los que firmáis columnas.
No pienso parar de leer (aún sin tener tiempo), de escribir (con mejor o peor fortuna) de oír música… El talento, ya me llegará, no tengo prisa.