viernes, 7 de noviembre de 2008

Sol, balanza comercial y playa

Desde que llegué a Madrid he tratado de prolongar mi actividad informativa sobre el turismo. Es una de las áreas que más me satisfacían en Alicante como periodista de economía de andar por casa. Sin embargo, en la capital color salmón, al turismo no se le da importancia, cuando no se desdeña directamente.

Es curioso, dado de que se trata del 11% del PIB nacional y del único asidero que le queda a la economía nacional para paliar su escuálida balanza comercial. Tan castigada por las materias primas.

No exportamos mucha tecnología ni tenemos marcas de renombre. No tenemos petróleo, ni carbón ni material precioso, más allá de unas playas aceptables, una gastronomía elástica y un clima, eso sí, privilegiado. Así que me sorprende la frivolidad con la que se trata a la que yo tildo de industria turística. He escuchado en estos meses todos los clichés del mundo habidos y por haber sobre Benidorm, el Imserso, los guiris borrachos y el binomio especulación-urbanizaciones. Todos ellos son ciertos, pero aún así siguen siendo importantes y merecen respeto.

Hay que respetar al cartero de Liverpool y al mecánico de Nuremberg, así como al oficinista de Cuenca, que gracias al desarrollo urbanístico acuden a unas costas de precios asequibles con la única intención de disfrutar de merecidos periodos de asueto y descanso.

Por supuesto que se han producido excesos urbanísticos a enmendar. Por supuesto que hay que tender a un cambio de modelo, donde prime la calidad y la I+D y todas esas cosas que llenan muchas bocas y pocos bolsillos. Pero mientras se concreta esa tendencia, hay que cuidar a esos visitantes que se dejan sus honrados euros en una industria a la que poco o nada se ha ayudado, al menos en el litoral mediterráneo, en cuanto a campañas de promoción, infraestructuras y seguridad. Mucho menos de lo que debería.

Al final, como suele suceder en este país, sodomizaremos a la gallina de los huevos de oro sin tener recambios en el banquillo. El desdén hacia el turismo de sol y playa como actividad económica y como materia informativa se debe a que no es algo que ataña directamente a Madrid y a Barcelona. Es una cuestión periférica. De los archipiélagos, sobre todo, de Alicante, Málaga, Tarragona y Almería. Y poco más. No son regiones que manden o pinten mucho en este España estrábica que sólo mira al centro y a ciertos puntos de disidencia. E ignora todo lo demás, lo que sostiene el conjunto y apuntala las cuentas nacionales.


PD. Dicho lo cual, aquí les dejó lo que en mi opinión es lo mejor que se puede hacer con los campos de golf y sus moradores.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí, ahí. Que a algunos nos va el (medio) contrato en ello.

Un saludo.

Juanjo Marcos dijo...

Vale, pero córtate el flequillo.

El Gato dijo...

madre mía. la morriña que destilamos...

Juanjo Marcos dijo...

Por? Por defender el turismo? Estás un poco pesadito.