lunes, 17 de marzo de 2008

Serendipia

Esta noche he sido protagonista de una serendipia. Siempre he sido un poco escéptico con este término, que aludía a los descubrimientos fortuitos y ha acabado englobando todo aquello que se esconde detrás de las simples casualidades. Pues hoy, en el día de mi cumpleaños, con 32 primaveras que he visto emerger para luego declinar, he tenido mi pequeña, particular y humilde serendipia.

Hace más de una década, tal día como hoy, me asaltó en la televisión una película que llamó poderosamente mi atención. Era Chungking Express, dirigida por Wong Kar-Wai y protagonizada por Brigitte Lin, Chin Hsia, Takeshi Kaneshiro, Tony Leung. Este director, hoy gurú cultural, entonces había sido recomendado por Tarantino como algo exótico. Yo nada sabía, sólo era un estudiante de periodismo que languidecía ante el televisor, suspiraba por amores perdidos y aporreaba un mando a distancia que, goloso, podía elegir un inédito Canal+. Así, me encontré con un agente de policía que compraba cada día una lata de piña en almíbar que caducaba el día de su cumpleaños. Ahí me enganché, para luego dar paso a una misteriosa mujer con peluca y gafas de sol, una puñetera azafata que mortificaba a otro de los protagonistas, un puesto de comida de rápida que hacía las veces de agencia matrimonial, una buena samaritana, peces de colores y, sobre todo, la omnipresente canción California Dreaming.

No sé muy bien porqué, pero esa película me animó. Pues bien, tropecientos años después, La2 ha tenido la gentileza de regalarme la misma película en la misma onomástica. Y me ha vuelto a animar. ¿Qué probabilidades hay de que dos cadenas elijan el mismo día con años de diferencia para emitir la misma película rodada en Hong Kong, que lo hagan en horas de madrugada y que yo esté en el sofá, hundiéndome entre cojines, hastiado del mando? A saber. Pero agradezco el regalo que me han enviado esos juguetones diosecillos del destino.

El término serendipia procede anglosajón serendipity, y tiene una historia curiosa. Es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado 'Los tres príncipes de Serendip', en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades (Wikipedia dixit). En tal caso, yo buscaré mis chunkingdipias a partir de hoy.